De David Coetzee. Artículo original: There is More to Industrial Enclosure than Patents, del 17 de junio de 2014. Traducido al español por Luis Vera Suárez.
Eric Blattberg, escribiendo para VenturBeat, reporta (“ Tesla Motors: Please infringe on our patents for the greater good”) que la manufacturera de autos eléctricos Tesla permitirá de ahora en adelante que cualquier competidor use sus innovaciones “Tesla no iniciará demandas por patentes contra quien quiera que, en buena fe, quiera usar nuestra tecnología”, dijo el CEO de Tesla, Elon Musk.
Creo que la importancia de las patentes en el cierre de la industria automotriz está sobrevalorada. Los precedentes legales en la materia han sido consistentemente favorables a la apertura en lo que respecta al reemplazo de componentes. Cualquiera es libre de manufacturar un componente diseñado para reemplazar parte de un sistema patentado sin infringir de forma alguna. Con algunas excepciones, además, las patentes automovilísticas se ocupan de detalles que los competidores pueden evitar. Sin embargo, la industria automotriz existe hoy como una industria muy cercada, debido a regimientos de estándares de productos, seguridad y emisión.
Musk menosprecia el interés de gran parte de la industria en la propulsión eléctrica. Todos los grandes grupos de manufactura tienen planes listos y en espera, completos excepto por el ambiente regulatorio que los protegerá de la entrada masiva de nuevos emprendimientos. Como dije ante, (por lo visto, no sin cierta controversia), la agenda de la industria es una agenda de cambio, pero un programa específico de cambios específicos en momentos específicos. Si no está en el guión, debe ser eliminado — pero creo que los autos eléctricos están plenamente en el guión. Tienen mucho a su favor, desde un punto de vista capitalista corporativo — mucho más que desde un punto de vista ecológico.
En primer lugar, eliminan todo el trabajo especializado que se necesita para ensamblar un motor de combustión interna apropiadamente. Eliminan toda la variabilidad de las partes que constantemente tientan al cliente a superarse tecnológicamente. El auto eléctrico tiene mucho potencial de volverse el auto desechable y unitario para no ser importante con los planes de las manufacturas establecidas. Tampoco debemos olvidar que aumentar el contenido electrónico-digital de los autos los hace más permeable a la tradición legal de “propiedad intelectual” en lo referente al software, mucho más onerosa que la propiedad intelectual en el hardware de los automóviles.
En efecto, Tesla se asemeja más en su naturaleza a cualquier manufactura establecida de autos que a la dispersa de productores de componentes y ensambladores locales que me gustaría ver. Dos fábricas en dos continentes y un producto semanal de 3 dígitos los hubiese hecho distintivamente plutocráticos en los años 20. Ni son tampoco excepción de los requerimientos idiomáticos estatales de técnicas de producción masiva, de lo contrario no serían legalmente tolerados, especialmente en California. La propulsión eléctrica les libra del peso regulatorio sobre los motores de combustión interna — esa fue la laguna que hizo posible que la compañía operase en primer lugar— pero sus productos siguen sujetos a toda la estructura de supuestas regulaciones de seguridad, incluyendo costosas pruebas destructivas durante el desarrollo y legislación anti manipulación en el uso
Me pregunto que los motivó a abandonar estas patentes, dado que muchas son gran parte inofensivas. Tesla, obviamente quiere tener la imagen del héroe, implicando solidaridad con el movimiento open source, a pesar de operar en una industria a la que le es prohibido adoptar métodos open source de forma significativa. El open source se vuelve trivial cuando se está sujeto al tipo de conformidad de modelo que un régimen de aprobación de tipo requiere. Esto resulta en una falta de diversidad de posibilidad y flexibilidad ad-hoc análoga a la diferencia entre la democracia representativa (votemos sobre cuales mismas cosas estaremos todos obligados a hacer). Por tanto, ningún cambio tecnológico, sino solo un cambio político, puede cambiar la industria automotriz. La existencia de Tesla es evidencia en su propia contra.
La idea popular de que todo lo que funcione a base de electricidad debe ser amigable al medioambiente, que es contraria al consenso entre círculos de energía alternativa de que la electricidad es una fuente premium que debería reservarse para la iluminación y comunicaciones, y poco más, no debe haber salido barata. Lo estoy viendo cada vez más: La gente honestamente cree que un retrete conectado al sistema eléctrico de la casa usa menos energía que un retrete sin conexión eléctrica; que honestamente creen que hacer funcionar una cocina eléctrica con algo de energía fotovoltaica es solo cuestión de tiempo. Eso no sale de la nada.
Tesla no tiene tanto dinero, pero alguien tiene intereses en pagarlo. Tesla no es la única compañía que tiene intereses en un análisis según el cual el gran problema es que 90 millones de los 100 millones de autos que se hacen al año no son eléctricos, en vez de la opinión más clara de que el problema es que esos 90 millones de autos se fabriquen para satisfacer demandas que en gran parte se deben a un escenario de movilidad artificial. Y fuera de esta situación artificial, con su tráfico de alta presión, embotellamientos frecuentes y ruidos, sin mencionar el patrullaje intensivo y el gasto masivo en infraestructura, pienso que el auto eléctrico tiene escasos o nulos beneficios.