En todo el mundo, la gente protesta contra la intervención de EE.UU. en Siria. Los sondeos muestran un escepticismo generalizado ante la amenazante guerra. En lugar de aumentar la seguridad de los estadounidenses, es probable que la intervención apoye a fuerzas vinculadas a al Qaida. No obstante parece inevitable que el Gobierno de EE.UU. lance misiles crucero contra Siria, escalando la sangrienta guerra civil en ese país. ¿Por qué?
Porque los políticos no trabajan para el pueblo. Como dice Thomas Knapp del Center for a Stateless Society, “los políticos y los soldados trabajan para la clase política (y forman parte de ella). Su tarea es transferir tanta riqueza como sea posible de vuestros bolsillos a las cuentas bancarias de esa clase”.
Si es así, están cumpliendo bastante bien su tarea. Los especuladores de la guerra en Raytheon han visto cómo los precios de sus acciones aumentan anticipando la guerra siria. Como informó el Boston Herald el 31 de agosto: “Las acciones del fabricante basado en Waltham de los misiles crucero Tomahawk que se espera que se utilicen en cualquier ataque a Siria, subieron la semana pasada a su nivel más alto en las últimas 52 semanas, a 77,93 dólares por acción, y se han mantenido cerca de ese nivel, cerrando ayer a 75,41 dólares”.
Funcionarios como John Kerry argumentan que esta guerra es una especie de respuesta humanitaria a atrocidades del régimen de Asad. Pero las corporaciones que se beneficiarán no son humanitarias. Al contrario, han estado involucradas en algunas de las más grotescas violaciones de los derechos humanos de nuestros tiempos.
Por ejemplo, los especuladores de la guerra se benefician del trabajo esclavo. Raytheon, Lockheed Martin, General Dynamics, Boeing, y BAE Systems usan mano de obra en las prisiones para fabricar equipamiento militar. Con frecuencia obligan a los presos a trabajar en condiciones miserables y cuando reciben una paga se trata de salarios muy bajos, como 23 centavos por hora. Como dice William Hartung: “No hay mayor restricción de los derechos de un trabajador que estar recluido en una prisión”. Las ganancias con el trabajo carcelario crean un incentivo para mantener repletas las prisiones, lo que puede ser parte del motivo por el cual EE.UU. tiene la mayor población carcelaria del mundo. La mayor parte de los prisioneros en EE.UU. son delincuentes no violentos, y en su mayoría son gente de color. El racismo y la injusticia de la esclavitud persisten, y los especuladores de la guerra se benefician. Los especuladores de la guerra también se benefician de las violaciones de los derechos humanos en las fronteras de EE.UU. Sus productos se utilizan para violar la privacidad mediante la vigilancia general de la frontera. Son utilizados por agentes de la Patrulla Fronteriza que asesinan a trabajadores migrantes y desintegran comunidades indígenas como la Nación Tohono O’oodham. Esta agresiva seguridad en las fronteras ayuda a los empleadores a explotar y abusar de los trabajadores indocumentados. Con la amenaza de deportación y una frontera militarizada, se les disuade de quejarse por robo de salarios, violencia sexual y otros abusos por parte de sus empleadores. Una vez más los especuladores de la guerra posibilitan la explotación, la violencia y el abuso. Y además existen las guerras de las que se benefician en todo el mundo. General Atomics se beneficia fabricando los drones Predator [aviones sin tripulación] que matan inocentes en Pakistán y Yemen. Una lista interminable de corporaciones se benefició de la invasión y ocupación de Irak. Como la amenazante guerra en Siria, esa invasión fue justificada en gran parte mediante pretextos humanitarios. No obstante, en lugar de “liberar” a los iraquíes, esa invasión los trató brutalmente. El gobierno de EE.UU. asesinó a inocentes, torturó a los prisioneros y utilizó ilegalmente fósforo blanco, un arma química, para matar iraquíes. Los especuladores de la guerra estadounidenses ganaron una fortuna en una guerra en la cual el gobierno de EE.UU. cruzó la misma “línea roja” que ahora acusan a Asad de cruzar.
Como escribió Emma Goldman hace décadas: “nadie, sea individuo o gobierno, involucrado en la esclavización y explotación en el país, puede tener la integridad o el deseo de liberar gente en otros países”. Según ese estándar, no debemos confiar en el Gobierno de EE.UU. o en los especuladores de la guerra para que “liberen” a nadie en Siria.
Artículo original publicado por Nathan Goodman el 03 de septiembre 2013.
Traducido para Rebelión por Germán Leyens.