The following article is translated into Spanish from the English Original, written by Thomas L. Knapp.
Es el “juego de la gallina” de Rebelde sin Causa que vuelve a repetirse. Pero esta vez están conduciendo TUS autos.
Mientras republicanos y demócratas van a toda velocidad hacia un supuesto “abismo fiscal”, cada uno esperando que el otro salte de su auto primero, sus partidarios guardan la esperanza de que los hechos se pierdan en la palabrería. Repasemos esos hechos.
Primero, el “abismo fiscal” es una fantasía creada por los políticos. No existe un “problema de ingresos”. El “problema” está en el lado del gasto. Los ingresos del gobierno de los Estados Unidos han aumentado 19% desde el 2009. No creo que la mayoría de los lectores de este artículo hayan corrido con la misma suerte. Por alguna razón, los políticos nunca aprenden a gastar menos de lo que les ingresa, independientemente de lo rápido que crezcan esos ingresos.
En segundo lugar, ninguno de los dos partidos propone recortes generales en los gastos del estado. Los pocos recortes reales son discretos y sobre programas específicos, y además son más que compensados por el crecimiento proyectado en otros, gracias al método contable del baseline budgeting usado en Washington para calcular el presupuesto del gobierno federal.
Tercero, todo el discurso sobre “bajar los impuestos” (para quien sea) es ficticio. Si el gasto del gobierno aumenta, los impuestos tienen que aumentar también. Los aumentos impositivos pueden estar escondidos en la devaluación de la moneda emitida por el estado, o puede que los pagos de los aumentos se difieran temporalmente al añadirlos a la “deuda nacional”. Pero no hay almuerzos gratis.
Toda la controversia sobre el “abismo fiscal” es simplemente otra de las tantas telenovelas politiqueras. Obama, Boehner y compañía quieren que tú estés tan preocupado sobre si a uno o al otro se le queda la manga atascada en la manija de la puerta y caiga al vacío hacia una muerte entre las llamas, que se te olvide que son TUS autos (con tu chequera en la guantera) los que fueron robados por los políticos para usarlos en su último despliegue de machismo.
Si a los políticos les importase de verdad evitar el desastre, propondrían recortes verdaderos. Se harían cargo de su adicción al despilfarro, balancearían sus chequeras y no gastarían más que sus enormes ingresos (los ingresos presupuestados del gobierno de Estados Unidos para el 2013 llegan a 5,5 billones de dólares, o 18.000 dólares por cada hombre, mujer y niño del país).
Pero los políticos solo se toman en serio el echarle la culpa a las víctimas. Todo es culpa tuya, por ser tan tacaño… ¿Es que no lo ves? Tú (y todos los demás estadounidenses) ya le regalan a los políticos el equivalente de un sueldo mínimo de tiempo completo todos los años. Pero eso no es suficiente. Tal como diría Jim Stark, “¡Los estás destrozando!”.
Como todos los parásitos, el estado ha evolucionado hacia una y solo una manera de sobrevivir: su instinto es chuparte la sangre, crecer a costas tuyas, hasta dejarte seco por completo. El drama del “abismo fiscal” no es más que el equivalente político de la garrapata que se esconde entre tu vello corporal, o una sanguijuela que excreta un químico analgésico para que no te des cuenta de su presencia y efecto.
Al fin y al cabo, si llegases a ver al parásito y a saber lo que en realidad es, te lo arrancarías, lo tirarías al suelo y lo pisotearías con fuerza. Lo cual es, por supuesto, exactamente lo que deberías hacer.
Deja que Jim y Buzz manejen “sus” autos hacia el despeñadero. No trates de detenerlos. No trates de rescatarlos. Y no vuelvas a dejar tus llaves en el encendido.
Artículo original publicado por Thomas L. Knapp, el 29 de noviembre 2012.
Traducido del inglés por Carlos Clemente.