Escrito por Nathan Goodman. Artículo original: Prisons and Primitive Accumulation, publicado el 11 de abril de 2016. Traducción al español de Luis Vera.
Un punto importante que mi colega Kevin Carson ha enfatizado en repetidas ocasiones es que las relaciones laborales prevalentes en nuestra sociedad no son simplemente el resultado de intercambios voluntarios en el libre mercado. Por el contrario, han resultado de una fuerte intervención estatal que restringe las opciones de los trabajadore, dejándolos en una mala posición a la hora de negociar con los empleadores. Apoyándose en Marx, nota que la posición de los trabajadores asalariados fue particularmente influenciada por el cercamiento de los comunes y la desposesión resultante de los campesinos. Marx llamó a este proceso “acumulación primitiva” y famosamente afirmó que “Estos hombres libres se convirtieron en vendedores de sí mismos solo después de que les fueron robados sus propios medios de producción y todas las garantías que tenían bajo el viejo régimen feudal. Y la historia de su expropiación está escrita en los anales de la humanidad en letras de sangre y fuego”.
Este proceso no fue un evento único que ocurrió en la transición del feudalismo al capitalismo. Antes bien, es un proceso continuo, como se vio en las en las noticias recientemente.
Históricamente, la encarcelación ha tenido un papel importante en este proceso. Esto no debería ser sorprendente, después de todo, la encarcelación es una de las primeras técnicas de violencia del Estado, y los Estados controlados o influenciados por los empleadores son propensos a imponer disciplinas laborales.
Un ejemplo prominente del uso de las prisiones para imponer disciplina laboral es la criminalización de la vida afroamericana en el Sur después de la Guerra Civil. Los Códigos Negros contemplaban una variedad de restricciones aplicadas solo a los blancos, muchas de las cuales estaban orientadas a imponer disciplina laboral. Muchas de estas leyes tenían como norte coaccionar a los negros libres a trabajar en condiciones similares a las que tenían en las plantaciones esclavistas. Por ejemplo, según la Constitutional Rights Foundation:
El Código de Carolina del Sur incluía un formato de contrato para “sirvientes” blancos que acordaban trabajar para “maestros” blancos. Este formato requería que los salarios y términos de servicios estuviesen escritos. El contrato tenía que ser atestiguado y aprobado por un juez. Otras partes del código enumeraban los derechos y obligaciones del sirviente y del maestro. Los sirvientes negros tenían que residir en la propiedad del empleador, mantenerse callados y ordenados, trabajar de sol a sol excepto los domingos, y no salir de los espacios ni recibir visitas sin permiso del maestro. Los maestros podían azotar “moderadamente” a los sirvientes menores de 18 años para disciplinarlos. Azotar a sirvientes mayores requería de la orden de un juez. Las pérdidas de tiempo por enfermedad serían deducidas del salario de los sirvientes. Los sirvientes que renunciaba antes del fin del contrato perdían su salario y podían ser arrestados y regresados a sus maestros por orden de un juez. Por otra parte, la ley protegía a los sirvientes negros de ser obligados a realizar tareas “irracionales”.
Otras provisiones de derecho penal en los Códigos Negros eran usadas para presionar a los negros a aceptar estos contratos. Por ejemplo, las leyes de vagancia criminalizaban el desempleo, las apuestas, la venta ambulante y otras formas de “vagancia”. También restringían significativamente las oportunidades económicas fuera de estas opciones jerárquicas. El economista Jeffrey Rogers Hummel nota que “Carolina del Sur les prohibía ejercer cualquier profesión que no fuesen las de sirviente o trabajador agrario”. Estas restricciones de sus libertades económicas limitaban su movilidad laborar y poder de negociación, obligando a los trabajadores negros a aceptar condiciones que no tolerarían en un mercado liberado.
Un artículo en la revista marxista Jacobin argumenta que los Códigos Negros eran un caso típico de acumulación primitiva:
Una de las características esenciales de la acumulación primitiva es el uso directo de la coacción hasta que la relación trabajo/capital se naturalice — punto en el cual la famosa “pesada compulsión de lo económico” toma la batuta. La lucha política durante la Reconstrucción, al menos durante un breve tiempo, fue si la emancipación significaría verdadera liberación — Jim Crow finiquitó el asunto a favor de los antiguos dueños de plantaciones, y la ley penal fue un instrumento central a través del cual el trabajo asalariado fue instituido.
Los esclavos liberados pueden haber deseado desempeñar cualquier forma de actividad económica para mantenerse, independientemente de sus jefes que solían denominarse dueños. Pero el Estado, a través del sistema de justicia criminal, se aseguró que eso no sucediera.
No se necesita ser marxista para reconocer que la encarcelación tuvo un papel importante en imponer la disciplina laboral a lo largo de la historia. Por ejemplo, el economista de libre mercado Bruce Benson, en su clásico anarcocapitalista The Enterprise of Law, describe como una de las primeras funciones de las prisiones inglesas fue imponer disciplina laboral:
“Las ‘casas de correción’ fueron establecidas originalmente bajo el reinado de Isabel para castigar y reformar a los pobres físicamente capaces que se rehusaban a trabajar. Una ‘preocupación general por los hábitos y la conducta de los pobres’ suele citarse como la razón de ser de las leyes de pobres acerca de la vagancia y el establecimiento de espacios para “reformar” a los pobres ociosos al confinarlos y someterlos a trabajos forzosos. Pero Chambliss reportó que “Hay pocas dudas de que estos estatutos fueron diseñados con un propósito en mente: Obligar a los trabajadores (libres o serviles) a aceptar empleos a bajos sueldos para asegurarle al terrateniente un suministro suficiente de trabajo a un precio que pudiese pagar”. Estas leyes reflejan la función de transferencia del Gobierno.
Al obligar a los pobres a trabajar a bajos salarios, las prisiones fueron usadas para transferir riqueza de los trabajadores a los terratenientes con conexiones políticas. Los Códigos Negros jugaron un papel similar a favor de los dueños de plantaciones con conexiones políticas y de otros empleadores blancos.
La acumulación primitiva no es, ni remotamente, la única función de la encarcelación. Actualmente, la encarcelación masiva no se enfoca tanto en hacer cumplir la disciplina laboral, sino en castigar el emprendimiento de mercado negro y excluir a los infractores del mercado laboral formal, tanto por la discriminación de los empleadores como por las leyes de licencias que prohíben a los infractores participar en un gran número de ocupaciones.
Pero la historia de la encarcelación como un mecanismo para imponer la disciplina laboral es importante. Nos recuerda que el gobierno suele distribuir la riqueza hacia arriba, reprimiendo a los trabajadores a beneficio de los empleadores. Y cuando entendemos esto, podemos entender que la lucha contra la pobreza y la explotación está íntimamente ligada a la lucha por la libertad.