Tal como lo narra la letra del himno revolucionario “The World Turned Upside Down”, un grupo de campesinos desterrados ingleses que se hacían llamar los Diggers en 1649 tomaron tierras que les habían sido arrebatadas por el estado para regalárselas a terratenientes en St. George’s Hill, se construyeron cabañas, y comenzaron a harar la tierra para sembrarla. Su objetivo era dar el ejemplo al pueblo inglés para que rompiese sus cadenas y reclamase lo que le pertenecía. Al final fueron desalojados por el señor feudal local, pero aún sobreviven en la memoria de los ingleses como héroes en la sangrienta guerra que se viene librando desde hace cinco mil años entre aquellos que se creen dueños de la Tierra y aquellos que la trabajan y viven en ella.
Es la historia que se repite durante esta guerra interminable. Es así como han sido las cosas desde que las primeras aristocracias terratenientes comenzaron a ejercer sus supuestos derechos de conquista para forzar a los que trabajaban la tierra a pagarles alquiler. Y éste ha sido también un tema central del siglo XX. Siempre que algún país del Tercer Mundo como Guatemala o El Salvador trató de devolverle la tierra a aquellos que tenían derechos legítimos sobre ella, osea, los agricultores que la cultivaban, los Estados Unidos o bien invadía a ese país o entrenaba y armaba secretamente a escuadrones de la muerte para arrancarles la cara a los activistas locales. La mayor parte de las hambrunas de hoy en día no se deben a que se produzca insuficiente comida, sino a que las oligarquías aliadas a los mega-conglomerados agro-industriales le han arrebatado la tierra a la gente que trabajaba y vivía de ella para sembrar mono-cultivos de exportación.
Hoy, otro grupo de héroes que llenarían de orgullo a los Diggers de St. Geroge’s Hill están peleando su propia batalla por la justicia. Miles de campesinos de Wukan, en la provincia china de Wangdong, están protestando por el robo de sus tierras comunales perpetrado por un gobierno local corrupto en colusión con desarrolladores. Tal como lo hicieron las aristocracias inglesas de antaño, el Comité del Partido Comunista en Wukan decidió vender la mayor parte de la tierra del poblado a una empresa de producción industrial de cerdos propiedad de un ex funcionario local.
Lo que disparó el levantamiento no fue el arrebato de la tierra como tal. El poblado ya se había enfrentado a las autoridades por ese tema, y había recuperado la tierra en septiembre. El gobierno invitó al poblado a elegir representantes que negociasen en su nombre, lo cual, como era de esperarse, terminó siendo una trampa para identificar a los líderes locales. Y obviamente, el gobierno arrestó a los líderes inmediatamente. Fue la muerte del representante principal de los pobladores, Xue Jianwan, en custodia policial, lo que causó el estallido masivo de las protestas.
El estado chino reaccionó con el típico ataque de pánico, tratando de cortar todos los vínculos de de Wukan con el mundo exterior y de matar de hambre a los pobladores para que se rindiesen.
Pero resulta que hoy en día es un poco más difícil mantener las cosas en secreto que en la época de los Diggers. Tal como muchos trabajadores industriales le dijeron a Naomi Klein mientras hacía el trabajo de campo para su libro “No Logo“, muchos de ellos preferiría trabajar su propia tierra en sus pueblos natales, junto a sus familias; pero ya no hay tierra qué trabajar. ¿Adivinan por qué? La población trabajadora de China, como la población trabajadora de la Inglaterra de antaño, fue expropiada de sus tierras y llevadas a las fábricas como si de ganado se tratase.
La pelea heroica de los pobladores de Wukan, a diferencia de la de los Diggers, fue blogueada y twitteada en el mundo entero.
Mientras tanto, en los Estados Unidos, el movimiento de Ocupación ha lanzado la campaña “Ocupemos Nuestros Hogares”, como ejemplo a ser imitado y propagado ampliamente. Hay millones de personas sin casa y millones de casas vacantes y de edificios comerciales en posesión de los banqueros, y lo que no hay en números suficientes son policías para mantener a unos separados de los otros. Cuando una persona sin hogar ocupa una casa ejecutada por un banco, y posteriormente es desalojada, obtiene como beneficio el tiempo que estuvo bajo techo. Y cada desalojo expone a la luz pública la brutalidad de los matones de uniforme negro.
Gracias al poder de las comunicaciones en red, el eslogan “Cada Herida de uno de Nosotros es una Herida de Todos” de los Trabajadores Industriales del Mundo (IWW) nunca ha estado tan cerca de realizarse. Las injusticias ya no pueden llevarse a cabo bajo un velo de oscuridad. Lacayos de la élite, ustedes que reprimen a nuestros hermanos y hermanas donde sea que estén en el mundo, mantengan siempre en mente que los días de los poderes a quienes ustedes sirven están contados. Cuídense bien, no sea que muy pronto lleguen a caer en las manos de nuestra justicia.
Artículo original publicado por Kevin Carson el 27 de diciembre de 2011.
Traducido del inglés por Carlos Clemente.