The following article is translated into Spanish from the English original, written by Kevin Carson.
Tom Geohegan (en su libro Were You Born in the Wrong Continent?) defiende las ventajas del modelo socialdemocrático europeo versus el modelo neoliberal estadounidense. Por supuesto, la derecha siempre se sentirá impulsada a defender el honor del modelo de capitalismo salvaje estadounidense que ha prevalecido desde aproximadamente 1980 como si se tratase del “libre mercado” del que ellos tanto hablan.
Nosotros desde la izquierda de libre mercado señalaremos siempre que lo que los cometaristas de la CNBC y los columnistas del Wall Street Journal llaman “libre mercado”, es cualquier cosa menos eso.
La crítica de Geohegan en este sentido se complenta bien con la nuestra. Muchos de sus comentarios en el libro sigieren que el capitalismo neoliberal estadounidense no solo es estatista, sino que es tan estatista como el sistema socialdemócrata alemán (incluso si hacemos la medición en términos de tamaño y costo total del aparato estatal).
Por ejemplo, los estadounidenses pagan aproximadamente cuatro quintas partes de lo que pagan los europeos occidentales en impuestos. ¿Pero tienen los estadounidenses una red de seguridad social, o beneficios sociales, o un sistema de salud de pagador único equivalente a las cuatro quintas partes de lo que reciben los alemanes?
Geohegan tampoco tiene pelos en la lengua para recordarnos que lo que pasa por “reforma de libre mercado” en los Estados Unidos no implica reducir los gastos o la intervención del gobierno en la economía, sino simplemente cobrar tantos o más impuestos al público en general para luego transferirle el dinero a capitalistas parasitarios. Para usar un ejemplo particularmente odioso, en lugar de usar los ingresos fiscales del gobierno para financiar un sistema carcelario estatal, el neoliberalismo los usa para pagarle a corporaciones como Wackenhut, que administran cárceles privadas bajo regímenes monopolísticos implementados en gran parte gracias a los esfuerzos de lobby de la propia Wackenhut.
De hecho, Medicare y Madicaid gastan más per cápita para cubrir aproximadamente la mitad de los costos totales de salud que lo que gastan los gobiernos europeos occidentales en cubrir los costos totales de sus sistemas de pagador único. Pero por supuesto, mientras la prestación de servicio esté en manos de corporaciones técnicamente “privadas” (que perciben prácticamente todos sus ingresos a costa del contribuyente), nadie osa calificar al sistema de salud estadounidense como “socializado”.
Y es que eso es lo que significa “privatizar” para el típico charlatán de “libre mercado” en la Heritage Foundation o el AEI: en lugar de gravar a los ciudadanos para organizar un servicio público a través de burócratas gubernamentales que opera como un monopolio legal, proponen gravar al ciudadano para contratar a una empresa privada que preste el servicio. Una empresa privada que gracias a licitaciones no competitivas y una madeja de protecciones legales, termina operando como un monopolio y tiene los mismos incentivos perversos para maximiar costos que un contratista de defensa o una empresa pública de agua o electricidad. Y la carga impositiva puede que termine siendo mayor, porque en lugar de pagarle a un montón de burócratas de cuello blanco con clasificaciones GS, hay que pagarle a un montón de robots corporativos de cuello blanco, además del mega sueldo del CEO y los dividendos de los accionistas. El contribuyente corre con los gastos en los dos sistemas, pero con la “reforma de libre mercado” tiene que mantener a dos clases parasitarias en lugar de a una sola.
En conclusión, se le llama “socialismo” sólo cuando el dinero se le da a la gente pobre. Si el dinero se le da a corporaciones, eso es “pro-negocios”. Y “pro-negocios”, por supuesto, significa “libre mercado” en la jerga del libertarismo vulgar de derechas.
Yo no soy un socialdemócrata o un promotor del estado del bienestar. Nadie que desee promover el modelo alemán en los Estados Unidos contaría con mi apoyo. Pero si alguien osa llamarse libertario, no puede pretender engañar a nadie con el cuento de que el sistema estadounidense es menos estatista que el alemán solo porque un mayor número de los parásitos estatales se viste de traje y corbata. Y nadie debería asombrarse de que si se les da la opción de escoger entre dos sistemas igualmente estatistas, la mayoría de los estadounidenses se dacantarían por el que le brindase atención sanitaria garantizada y seis semanas de vacaciones al año. Yo definitivamente haría lo mismo: si estamos escogiendo entre dos opciones con el mismo nivel de estatismo, por supuesto que escogería el que carga menos peso sobre mis hombros.
Lo que a mi de verdad me gustaría es tener menos estatismo (o mejor aún, la eliminación total del estado) y más libertad. Pero aquellos que dicen ser promotores de la libertad deberían seguir la regla de oro del marketing según la cual uno debe ofrecer algo más atractivo que la competencia al cliente, no menos. Y un sistema en el que el estado nos asalta para beneficiar a las empresas Fortune 500 en lugar de mamás solteras y desempleados, no es más atractivo. Si ustedes ven eso como la base del movimiento libertario les deseo buena suerte, porque van a necesitar mucha de ella.
Artículo original publicado por Kevin Carson el 31 de diciembre de 2011.
Traducido del inglés por Carlos Clemente.