De: Dawie Coetzee. Título original: Manufacturing Scarcity, del 30 de enero 2013. Traducido por: Juan Pirela Parra.
Si bien estamos de acuerdo en que el sistema prevalente de capitalismo de Estado depende del mantenimiento de una escasez artificial, parece haber poca claridad en lo que respecta al como esta se mantiene. Específicamente, hay dudas sobre si el resultado de la escasez artificial es el aumento o la disminución de la producción industrial. Parecería obvio que, en igualdad de condiciones, la forma de crear escasez es restringiendo la producción. En muchos casos, esto no es así: La creación de escasez depende de un aumento significativo de la producción.
Los factores variables son la elección de las técnicas productivas y el rol del Estado en el mantenimiento de las condiciones bajo las cuales están disponibles ciertas opciones técnicas. Las técnicas de producción masiva son tanto específicas al modelo como intensivas en uso de capital, y por lo tanto ofrecen una gran ventaja por sobre las técnicas artesanales y otras alternativas solo cuando la producción es suficiente para cubrir los costos. Esto es, si lo que se ahorra en costo unitario multiplicado por el número de unidades producidas en un período de tiempo excede los costos específicos de la técnica: Las llamadas economías de escala.
El problema para la industria surge cuando hay una demanda insuficiente para ameritar las técnicas de producción masiva. Las opciones son, o bien volver a técnicas de producción artesanales o crear artificialmente la demanda necesaria. Con la primera, la forma de crear escasez artificial sería asegurarse de que la producción siempre sea menor que la demanda, la viabilidad de esta opción se verá limitada por la competencia, en ausencia de intervención estatal. Pero dada la oportunidad de suprimir a la competencia la cantidad de escasez artificial que puede generarse aún se ve limitada por la demanda existente.
Con la segunda opción, la escasez artificial se crea cultivando estructuras de necesidad para asegurarse de que la demanda es aún mayor que la que puede satisfacerse con los altos niveles de producción en los que las técnicas de producción masiva son beneficiosas. Esto no se logra fácilmente sin la intervención estatal. Una vez establecida, sin embargo, las estructuras de necesidad pueden irse construyendo a través del tiempo a una escala desproporcionada en relación a la demanda original. La cantidad de escasez artificial que puede generarse es, en potencia, casi infinita.
Entonces es obvio que, dada la oportunidad, la industria capitalista se verá más inclinada a crear escasez artificial multiplicando artificialmente la demanda que a limitar su producción.
Es importante entender que la misma existencia de ciertas técnicas en ciertas industrias presupone algunos medios de crear los niveles requeridos de demanda que son improbables sin el monopolio coercitivo del Estado. Es erróneo creo que esta demanda se mantendría en ausencia de este monopolio, excepto en el muy corto plazo.
Aunque ha habido ejemplos históricos de colusión directa (pienso en el escándalo de la Gran Escándalo del Tranvía de Estados Unidos de 1936), la forma más corriente en la que estas condiciones se crean es mediante una visión de futuro, que el Estado está más que dispuesto a equipar con los el hardware e infraestructura necesarios, sin mencionar el marco legal. En esto, tanto la idea del progreso tecnológico espontáneo y lineal como la cosmovisión subyacente a esta juegan un papel importante. La visión de futuro puede ser representada como inevitable y emocionante, “¡Así es como viviremos en el mundo del mañana!”. Es así como la tarea de crear un sistema práctico que haga surgir la estructura de necesidades contingentes, es decir, indirectas (nunca vista conscientemente como un programa para crear demanda artificial) se convierte en una noble labor de servicio público. Y una vez establecida, la visión tal y como se ha construido genera las proyecciones plausibles deseadas de la demanda futura, y entonces la necesidad de agregar más y más se vuelve incuestionable.
De esta forma la manufactura de la demanda se vuelva parte normal de la industria, y por tanto, entre mayor la concentración del poder industrial, mayor la producción, aunque esta es siempre insuficiente para cubrir nuestras necesidades.
He aquí el núcleo de una ecología libertaria: La industria, en verdad, produce demasiadas cosas, pero no porque los consumidores tengas apetito por estas cosas. No es justificable condenar a la gente por querer un poco cuando se les ha hecho querer mucho. Sus deseos más locos probablemente son, en realidad, modestos comparados a la estructura de necesidad artificial a la que han sido sometidos. Si pudiésemos eliminar gran parte de nuestro consume necesario abría un amplio terreno abierto para todo el consumo innecesario que se pueda imaginar. Esto es contrario a lo que se nos dice, que solo la austeridad más extensa puede salvarnos.
Expresado de forma distinta, estamos hacienda demasiado para la diversión que nos da hacerlo. La cantidad de creatividad está dividida en un volumen de producción muy amplio. Hacer es un privilegio cuando hacer cualquier cosa requiere hacer varios millones de lo mismo, para que tus esfuerzos y los míos no colapsen la demanda requerida. No debería ser así.