The following article is translated into Spanish from the English original, written by Kevin Carson.
Con los niveles de consumo de drogas en Estados Unidos esencialmente iguales que – y los niveles de violencia relacionada al narcotráfico iguales o inferiores a – los de países como Holanda, que tienen leyes de drogas liberales, el apoyo público a la guerra contra las drogas parece estar flaqueando. Esto se puso de manifiesto más recientemente en la victoria de las principales iniciativas de despenalización de drogas en Colorado y Washington. Algunos comentaristas confundidos llegan tan lejos como para decir que la guerra contra las drogas es “un fracaso”. Aquí, para dejar las cosas claras, les dejo quince maneras en las que es todo un éxito:
1. Ha rodeado a las restricciones a la “búsqueda y captura” de la Cuarta Enmienda, y a disposiciones similares en las constituciones estatales, con tantas lagunas de “buena fe”, “sospecha razonable” y “expectativa razonable de privacidad” como para convertirlas en papel higiénico para todos los efectos prácticos.
2. Gracias a esto último, ha sentado precedentes que se pueden aplicar a una amplia gama de otras misiones, como la Guerra contra el Terror.
3. Ha convertido a las farmacias y los bancos en brazos del estado que constantemente le informan sobre sus clientes.
4. A través de programas como DARE, se ha convertido a los niños en informantes sobre el consumo de drogas que controlan a sus padres en beneficio de las autoridades.
5. Como resultado de la forma que DARE interactúa con otras cosas como las políticas de Tolerancia Cero y las inspecciones sin orden judicial usando sabuesos rastreadores de drogas, la guerra contra las drogas ha condicionado a los niños a creer “que el policía es su amigo”, a ver la delación como un comportamiento admirable, y a buscar instintivamente una figura de autoridad a la que informarle inmediatamente sobre conductas que puedan resultarles excéntricas o anómalas en lo más mínimo .
6. A través de la confiscación civil, ha permitido al Estado crear una rosca muy lucrativa basada en bienes robados a ciudadanos que nunca han sido acusados de nada, y mucho menos condenados por un crimen. Lo mejor de todo es que la posesión de grandes cantidades de dinero en efectivo, mientras que técnicamente no es un crimen, puede ser tratado como evidencia de la intención de cometer un crimen – ahorrándole al estado la molestia de tener que convertir a forma líquida toda esa propiedad tangible robada.
7. Ha permitido que las fuerzas locales de policía reciban instrucción militar, que creen equipos SWAT paramilitares que operan igual que lo hacen los militares de EE.UU. en un país enemigo bajo ocupación, obtener miles de millones de dólares en armamento militar sobrante, y vestir uniformes negros muy interesantes, al igual que la SS.
8. Entre las guerras contra el narcotráfico urbano y los laboratorios rurales de metanfetaminas, se ha sometido a un acoso y vigilancia constante a dos de los grupos demográficos en nuestro país – los negros de los centros urbano y los blancos pobres de las zonas rurales- menos condicionados socialmente para aceptar órdenes de autoridad, ya sea en el trabajo o del sistema político, y componentes vitales de cualquier posible movimiento por la libertad y la justicia social.
9. Además, somete a los que caen en las garras de la justicia penal a un ciclo de control directo de años de duración, a través de encarcelamiento y libertad condicional.
10. Al privar de sus derechos a delincuentes convictos, restringe la participación en los procesos “democráticas” del Estado únicamente a los ciudadanos que tienen predisposición a respetar la autoridad del estado.
11. En conjunción con programas televisivos como “Ley y Orden” y “COPS“, condiciona a la ciudadanía de clase media para aceptar el autoritarismo policial y la violación flagrante de las leyes como necesarios para protegerlos contra la amenaza aterradora de la gente que voluntariamente hace uso de de sus propios cuerpos para ingerir sustancias.
12. A través de la retórica de “si no tienes nada que ocultar no tienes nada que temer”, condiciona al público a asumir que el estado de vigilancia tiene buenas intenciones y que sólo los malvados objetan la vigilancia omnipresente.
13. En combinación con un sinfín de aventuras militares en el exterior y la retórica de “los soldados defienden nuestras libertades”, condiciona al público para adorar figuras de autoridad uniformadas, y predispone a aceptar alegremente aumentos futuros de la autoridad militar y policial sin un atisbo de protesta.
14. Crea oportunidades enormemente lucrativas para que los grandes bancos – uno de los grupos electorales reales más importantes del gobierno estadounidense – laven dinero del narcotráfico.
15. Gracias a grandes centros de producción de drogas como el Triángulo Dorado del sudeste de Asia, la industria del opio en Afganistán, y la industria de la cocaína en América del Sur, permite a la CIA – la pandilla de narcotraficantes más grande del mundo – obtener enormes ingresos para financiar operaciones encubiertas y escuadrones de la muerte en todo el mundo. Esta red de agencias de inteligencia clandestinas, narcotraficantes y escuadrones de la muerte, por cierto, es el otro gran grupo electoral real del gobierno estadounidense.
La guerra contra las drogas en realidad sería un fracaso si su verdadera función fuese reducir el consumo o la violencia relacionada con las drogas. Pero la forma correcta de juzgar el éxito o el fracaso de las políticas emanadas del estado es por el grado en que se promueven los intereses servidos por el estado. La guerra contra las drogas es un fracaso sólo si el estado existe para servirte.
Artículo original publicado por Kevin Carson el 10 de marzo de 2013.
Traducido del inglés por Carlos Clemente.