El término “anarquismo de mercado” puede causar en algunas personas la impresión equivocada de que los anarquistas de mercado conciben una sociedad organizada principalmente alrededor del nexo del dinero. En parte esto se debe a que una definición del término “mercado” se equipara al mercado como institución: a la esfera del intercambio. Puede reflejar también el hecho de que muchos anarcocapitalistas, que hasta hace poco acapararon la mayor parte de la atención, tienden a enfatizar a las empresas que operan bajo el nexo del dinero como la principal forma de organización social.
Nosotros los anarquistas de mercado tomamos nuestro nombre del hecho de que, a diferencia de comunistas libertarios, anarcosindicalistas y otros anarquistas que expresamente no son de mercado, vemos el intercambio mercantil voluntario como una forma perfectamente válida de organizar la vida económica. Pero esto no significa que el nexo del dinero vaya a ser la forma de organización predominante en una sociedad sin Estado. De hecho, como David Graeber ha mostrado en su libro Deuda, el nexo del dinero se convierte en la forma dominante de organizar la vida económica sólo en sociedades basadas en la conquista militar y la esclavitud.
Como anarquistas concebimos una sociedad en la cual todas las funciones son organizadas, en palabras de Kropotkin, por “acuerdos libres pactados entre los diversos grupos, territoriales y profesionales, constituidos libremente en pro de la producción y el consumo, y también para la satisfacción de la infinita variedad de necesidades y aspiraciones de los seres civilizados”. Esto incluye los mercados. También incluye las economías sociales y las economías del regalo, el trabajo colaborativo y las redes horizontales de todo tipo.
El comunal puede que sea la forma más eficiente de organizar algunas funciones económicas. Esto es puede que sea cierto para los recursos no renovables como los minerales, y para los bienes comunes renovables como bosques, pastos y caladeros, al estudio de los cuales Elinor Ostrom dedicó su carrera. Es desde luego cierto para la información, que es replicable infinitamente a coste marginal cero.
Los mercados son más apropiados para las esferas de la producción y la distribución que involucren bienes que sean replicables, pero sólo al coste del esfuerzo. Pero incluso dentro de esta esfera de bienes producidos por el trabajo humano cuya oferta es elástica, los bienes y servicios que se ajustan mejor a la producción a pequeña escala podrían perfectamente organizarse fuera del nexo del dinero, a través de varias organizaciones sociales primarias: sindicatos locales y mutuas, comunidades familiares o multifamiliares y proyectos de covivienda, asociaciones vecinales, comunidades intencionales, y otras unidades sociales de puesta en común de ingresos, costes y riesgos.
La tasación monetaria probablemente sería la opción más deseable en los casos que impliquen insumos (por ejemplo, microprocesadores) que requieran de instalaciones de producción caras y grandes áreas de mercado, y de otros bienes que sean distribuidos a lo largo de grandes distancias o requieran un relativo anonimato (como las formas de producción que requieran maquinaria más cara y una red de distribución que abarque una ciudad entera).
Incluso en el caso de la producción orientada al nexo del dinero, en una sociedad genuinamente libre sin derechos de propiedad artificiales, escasez artificial, monopolios y otros privilegios protegidos por el Estado, podemos esperar que las formas de producción cooperativas o autogestionarias sean mucho más comunes que hoy en día, y que tengan lugar en una atmósfera en la que la mayoría de los trabajadores tengan la opción de retirarse al comunal por un tiempo y rechazar ofertas de trabajo que no sean de su gusto (como hicieron los campesinos ingleses antes del Cercamientos, los cuales podían elegir entre aceptar el trabajo asalariado o abandonarlo y subsistir en el comunal).
También es importante recordar que el intercambio monetario tendrá lugar en un contexto en el que los bancos ya no tendrán un monopolio garantizado por el Estado en el tema del crédito y los medios de intercambio.
Los anarquistas de mercado, como todos los anarquistas, parten de la premisa de que la gente común y corriente considera a los demás como iguales, y decide sin coerción la mejor forma de trabajar juntos para cubrir sus necesidades mutuas. Esto puede ser mediante el intercambio del producto de su trabajo, produciendo cooperativamente o compartiendo. Lo importante, como ha argumentado el anarquista David Graeber, es que sean cuales sean las formas de organización que emerjan lo harán a través de un proceso indefinido de interacción entre iguales y en el que ninguna de las partes pueda hace uso de la fuerza para obligar a otros a obedecer sus deseos.
Artículo original publicado por Kevin Carson el 25 de agosto de 2014.
Traducido del inglés por Tomás Braña.