The following article is translated into Spanish from the English Original, written by Kevin Carson.
Si la elección presidencial hubiese resultado de otra manera, esta columna se habría enfocado en analizar a los que se llaman a sí mismos “conservadores”, acerca de las flagrantemente engañosas pretensiones que el movimiento tiene respecto al “gobierno limitado”, el “libre mercado” y el “individualismo”. Pero dado como terminó la elección en la realidad, la columna está dirigida a aquellos que se hacen llamar “progresistas”.
Disfruten plenamente este momento. Sáquenselo del sistema.
Si los hace sentir mejor, yo veo la victoria de Obama como considerablemente menos horrorosa que una victoria de Romney. El creciente autoritarismo de l estado de seguridad y los grandes rasgos de la aliazna corporativa-estatal se habrían mantenido iguales en cualquier escenario. Pero las vibras culturales del ala irregular del partido republicano, al mejor estilo de los camisas marrones de la Alemania de Weimar, me hacen temblar. Y Romney me da la impresión de ser el peor sociópata y mitómano que jamás haya visto en la historia de un partido mayoritario en toda mi vida.
Entiendo que Obama es un criminal peligroso, y lo odio a nivel intelectual. Puede que a ti te guste Obamacare. Si es así, no discutiré contigo. Como anarquista, en principio no tengo objeciones en cuanto a votar en defensa propia por el títere corporativo que uno encuentre lo menos intolerable posible.
Simplemente te pido que recuerdes que todo lo que hace a Obama y su partido más potables para los progresistas, también los hace más efectivos para favorecer la agenda explotadora de la clase capitalista regente.
Obama representa el ala “progresista” de esa clase. Esta ala apoya el derecho a decidir sobre el aborto y el matrimonio homosexual, en parte, porque sus miembros (a quienes David Brooks llamó “bobos”, yuppies con carreras gerenciales que compran en Whole Foods y escuchan la NPR) tienen cierta sensibilidad cultural típica de los estados azules. Pero ellos también saben que una clase regente que refleja los estándares culturales evolutivos de la mayoría, es más poderosa.
Hace un tiempo, la facción dominante de la clase corporativa regente usaba el racismo y la división racial para enfrentar a la clase trabajadora contra sí misma y facilitar su explotación. Pero el ala progresista de la clase regente ahora cree que el capitalismo puede funcionar de manera mucho más estable en el largo plazo si la clase dominante se hace más multirracial en su composición. Y francamente, estos idiotas con las bolsas de té, diciendo barbaridades y arrancándole la cabeza a pollos con los dientes, son una vergüenza.
Luego tenemos un fenómeno análogo a lo que sucedió cuando Nixon hizo su visita a China. En los años 90, Thomas Ferguson (en su libro The Golden Rule) especulaba que la razón por la que el capital financiero trasladó su apoyo hacia Clinton era que solo un demócrata podía salirse con la suya implementando la agenda neoliberal que la clase regente necesitaba (la ronda de Uruguay del GATT, el NAFTA, el DMCA) para consolidar el liderazgo del capital corporativo global en un orden mundial post-soviético. Clinton presidió el período de nacimiento del capitalismo global a ultranza, la erradicación de lo que quedaba del movimiento laboral estadounidense, la polarización del ingreso a niveles de la década de los años 20, y la explosión de la paga a los CEO’s a niveles que son 500 veces más altos que el salario del trabajador promedio. Pero los liberales siguen recordando a Clinton con nostalgia como “el buen presidente”.
Lo mismo pasa con Obama. Tal como lo dijo recientemente el libertario de izquierda Arthur Silber (en su artículo Yeah, Yeah, Nobody Knows Anything):
“Tanta gente que no pertenece a clase regente cree que Obama está de su lado. Incluso cuando Obama ha traicionado sistemáticamente a toda esa gente común y corriente durante los últimos cuatro años, siguen creyendo que está de su lado. Simplemente él no pudo hacer lo que quería hacer (que resulta ser exactamente lo que todos esos buenos liberales y progresistas querían que hiciera) porque: a) Los republicanos son el demonio; b) Los demoníacos republicanos le dejaron un lío muy, muy feo; c) Los republicanos del demonio siempre se meten con él; d) Los republicanos demoníacos.”
Por lo tanto, Obama puede entonar sus cánticos al mejor estilo Kennedy acerca de hacer crecer la economía “del centro hacia afuera”, y sobre las “familias trabajadoras que se sientan a comer en la cocina”. Y mientras tanto, puede asesinar a miles con vehículos no tripulados e implementar un orden mundial corporativo. Puede armar un equipo económico con piltrafas humanas de Citigroup y Goldman-Sachs. Junto con Biden, puede aprobar el totalitario RIAA/MPAA y la concomitante agenda de “propiedad intelectual”, que es el monopolio estatista que hace de núcleo central del poder corporativo global. Pero mientras use suficiente retórica pseudo-izquierdista, los liberales complacientemente seguirán decorando sus autos con pegatinas de propaganda del partido demócrata.
Estas monstruosidades requieren justicia, independientemente de la afiliación partidista de los culpables. Si tú sientes que el reinado de este criminal de guerra y títere corporativo demócrata te pesa menos sobre el cuello que un republicano, no te reprocho tu celebración momentánea. Pero la verdadera cuestión es: ¿Qué vas a hacer cuando la celebración haya terminado?
Artículo oroginal publicado por Kevin Carson, el 08 de noviembre 2012.
Traducido del inglés por Carlos Clemente.