En un artículo del 5 de octubre, Brian Walsh describía para el Washington Times dos situaciones que ejemplifican las razones por las cuales el gobierno debe desaparecer más allá de toda refutación.
En primer lugar tenemos a Kathy y George Norris, una pareja de ancianos de Spring, Texas, que sufrieron el asalto de su casa por parte de un equipo SWAT del Servicio de Peces y Vida Salvaje de los Estados Unidos. Estos matones del gobierno destrozaron carpetas, rebuscaron entre sus papeles y en general revolvieron su casa. ¿Por qué? Cuando la señora Norris contactó con el tribunal para preguntar eso, se le dijo que “No necesita saberlo. No puede saberlo”. Resultaba que el señor Norris tenía un pequeño negocio casero de importación y venta de orquídeas. Orquídeas . Por lo visto, el señor Norris y sus proveedores extranjeros no prepararon determinados papeles requeridos por un oscuro tratado internacional que regulaba esa actividad. Norris terminó acusado y condenado a dos años de prisión por instancias federales. En su sentencia, el monstruo de toga negra que hacía de juez dijo que “A veces la vida nos sirve estos tragos”. Ya sabe de qué está hecho el licor.
Éste es el nivel de empatía que demuestran estos autómatas sin cerebro. Por otro lado, querría saber qué fue de los proveedores, holandeses o de por ahí, del señor Norris con su gobierno europeo supuestamente más “restrictivo”: dudo que les pasara nada.
En verdad, el mismo Walsh escribió “Si el señor Norris hubiera sido un terrorista libio, a lo mejor algún alto cargo europeo hubiera intercedido a su favor para su liberación por motivos de salud.” El señor Norris padecía diabetes, problemas cardíacos, artritis y Parkinson. Pero no se preocupe: “Su gobierno no sólo es necesario, sino que está ahí para cuidar de usted. Con ese tipo de cuidados, no quiero imaginar lo que serían los malos tratos.
En el segundo caso, Krister Evertson ha sido acusado dos veces por el Estado por tratar de desarrollar células de combustible de energías limpias. La primera vez le cogieron por no poner una pegatina requerida por el gobierno en la que envió ciertos objetos completamente inocuos. En aquella ocasión, afortunadamente el jurado tuvo la brillantez de absolver a Evertson. Sin embargo, los federales siguieron detrás de él y le acabaron deteniendo de nuevo por “abandonar” parte de sus materiales… mientras se estaba defendiendo durante el primer juicio. En esta ocasión no hubo tutía y los chicos del Gobierno se golpearon el pecho con orgullo: Evertson acabó, como el señor Norris, en una celda federal durante dos años.
Éstas no son anomalías o rarezas como los Ovnis o el Yeti o el monstruo del Lago Ness, señores: esto es lo habitual con el gobierno. Esto es lo normal, la rutina, y sólo porque no le haya pasado a usted (todavía) no significa que no esté pasándole a alguien ahora, en algún lugar de este país. Por supuesto, el giro del Washington Times, con todo respeto hacia el señor Walsh, es que las leyes deben ser reifnadas, se debe modificar la ley por el Congreso, y demás, mientras los burócratas que cometieron estas inexcusables acciones no reciben ningún tipo de reprimenda ni castigo. Después de todo, sólo “hacían su trabajo”, como los de Nurenberg.
Efectivamente, no hay diferencias entre las acciones de los nazis, los comunistas, o el gobierno estadounidense. Ni siquiera es un asunto de grado: esa brecha se está cerrando. Todos los gobiernos de todo el mundo en todo momento de la historia son en esencia lo mismo. Miles de años de experiencia avalan la idea de que no pueden ser “reformados”. Su naturaleza básica lo impide: por ello deben ser abolidos por completo. La supervivencia y el progreso de los seres humanos libres depende de ello.
Artículo original publicado por Alex Knight III el 26 de octubre de 2009.
Traducido del inglés por Joaquín Padilla Rivero.