En una de las permutaciones más extrañas de la “propiedad intelectual” (Mike Masnick, “Apple enfrenta a un juicio sobre si su uso del DRM ha violado leyes antimonopolio,” Techdirt, 6 de octubre), Apple podría acabar en los tribunales por violaciones de la ley antimonopolio debido al poder monopólico que su código para la gestión de derechos digitales de iTunes le dio en los viejos tiempos. El Tribunal Federal de Distrito del Norte de California permitió recientemente que Real Networks demandara a Apple por sus supuestas prácticas monopólicas de hace una década.
Téngase en cuenta que la DRM en sí misma – acrónimo que denota las siglas en inglés del término “gestión de derechos digitales” – fue adoptada a petición de las corporaciones de la industria musical, que vieron las protecciones anticopia para los contenidos propios como elemento central de su modelo de negocio. El problema es que Apple diseñó su iPod para que fuese compatible sólo con canciones que usaran su propio sistema DRM, FairPlay. Aplicando ingeniería inversa al DRM de Apple, Real Networks, un rival de iTunes, produjo su propio DRM, Harmony, que era compatible con el iPod, y Apple respondió a esto modificando en varias ocasiones el iPod para que solo fuese compatible con las canciones de iTunes. El efecto fue la creación de un mercado cautivo para iTunes, aumentando su cuota de mercado, dando a Apple mayor influencia sobre las compañías discográficas y, por tanto, incrementando el precio de los productos de Apple.
Pero hay que recordar que la razón por la que iTunes bloqueó su música con DRM desde un principio fue que las compañías discográficas querían evitar que la gente compartiera canciones con derechos de autor. Ese es también el motivo por el que el Congreso, en conformidad con el Tratado OMPI sobre derechos de autor, aprobó la Ley de Derechos de Autor del Milenio Digital, lo cual criminalizó el acto de romper la DRM de los contenidos digitales. Los derechos de autor no son más que un monopolio perfectamente legal. Así que en realidad Apple se enfrenta a una acción antimonopolio porque hizo un uso abusivo de una tecnología diseñada para la aplicación de un monopolio que es completamente legal en sí mismo.
¿Que el abuso del DRM por parte de Apple aumentó el precio de sus productos? Pues sí, al igual que los derechos de autor y el DRM en sí mismo aumentan el precio de la música de las compañías discográficas. El único propósito de los derechos de autor y otras formas de “propiedad intelectual”, al igual que cualquier otro monopolio, es permitir que el monopolista cobre un precio más alto por su producto. Una patente o derecho de autor es un monopolio sobre el derecho a vender un determinado producto dentro de un mercado en particular – es proteccionista exactamente de la misma forma en que un arancel es proteccionista.
Como resultado, casi todas las cosas que compramos son más caras de un modo u otro gracias a la “propiedad intelectual”. Tom Peters una vez celebró el hecho de que la mayor parte del precio de su nueva cámara Minolta no provenía de la mano de obra o los costes de material, sino del “intelecto” – es decir, de las rentas generadas por los monopolios de la “propiedad intelectual”. Es la “propiedad intelectual” lo que permite a las empresas como Nike y Apple contratar la producción a talleres nominalmente independientes en China o Vietnam y aún así cobrar un recargo enorme sobre lo que le pagan a los productores: la propiedad intelectual los convierte en compradores monopólicos de la producción del contratista independiente. La “propiedad intelectual” es lo que hace que algunos fármacos cuesten veinte veces más bajo patente que después de que expiren las patentes, y crea un diferencial de precios similar entre un CD de Windows y otro de Ubuntu. La agregación e intercambio de patentes jugaron un papel muy importante en la creación de cárteles oligopólicos que según una estimación de Nader Group son capaces de cobrar un recargo de cerca del 20% por sus productos manufacturados a través de la colusión tácita de precios.
Esto es parecido a lo que motivó la demanda antimonopolio contra Microsoft por “empaquetar” su propio navegador web, el Internet Explorer, con Windows, su sistema operativo propietario. Y más recientemente Paul Krugman condenó Amazon por el uso de su poder de negociación para regatearle los precios monopólicos que cobran las editoriales gracias a sus derechos de autor. Vaya estupidez. El estado otorga poderes monopólicos a toneladas con una pala excavadora a través de la “propiedad intelectual”, y después procede solemnemente a limitarlos con una cucharita de té a través de la ley “antimonopolio”.
No necesitamos demandas antimonopolio contra Microsoft o Apple para combatir las conductas monopólicas secundarias alimentadas por la “propiedad intelectual”, que es el monopolio más fundamental de todos. Al abolir la “propiedad intelectual” los otros monopolios se desmoronarán inmediatamente. Es hora de atacar la raíz del monopolio en lugar de distraernos podándole las ramas.
Artículo original publicado por Kevin Carson el 31 de octubre de 2014.
Traducido del inglés por Carlos Clemente.