Una vez más – esta vez utilizando el levantamiento de Baltimore como pretexto – Thomas Sowell nos brinda una nueva versión de su argumento favorito para desestimar lo que él llama “el argumento del ‘legado de la esclavitud'” y echarle la culpa a la Gran Sociedad por la pobreza de los negros (“La incómoda verdad sobre la descomposición social de las comunidades de los guetos“, National Review, 5 de mayo). Al igual que en las versiones anteriores que ha escrito de esta columna, se dedica casi por completo a repetir un argumento neoconservador de hace varias décadas en el más puro estilo de panfleto propagandístico. Si uno lo sometiese a prueba bajo un Generador Algorítmico de Columnas de Thomas Sowell dudo que pudiese superar la prueba de Turing.
El argumento de la “Gran Sociedad/cultura de la dependencia” se remonta a Marvin Olasky, y desde entonces ha sido digerido, excretado y re-ingerido en repetidas ocasiones por mediocridades como Jack Kemp y Newt Gingrich. Fue delatado como una tontería por Frances Fox Piven y Richard Cloward en “Regulando a los Pobres”, su historia radical del Estado del bienestar: la verdadera causa de la desintegración social fue la afluencia masiva de aparceros negros no empleables desde el sur rural cuando fueron desplazados de su tierra por los tractores después de la Segunda Guerra Mundial.
Hasta la Segunda Guerra Mundial, las comunidades negras del norte como Harlem eran prósperos centros culturales y empresariales. Los aparceros blancos (los llamados Okies) que huyeron del Dust Bowl en la década de 1930 fueron severamente explotados en California, pero por lo menos había una necesidad de trabajadores agrícolas migrantes. Eso es mucho más de lo que se puede decir de las ciudades del norte a las que emigraron los negros del sur en la década de 1950. La falta de demanda de cualquier habilidad que los maridos y padres negros podían ofrecer los hizo económicamente superfluos. La descomposición de las familias negras ya estaba en marcha en la década de 1950. Si todo esto no es un efecto estructural de la herencia de la esclavitud, no sé lo que es. Ver también comparaciones de la historia económica de la minoría de familias negras a las que se les otorgaron tierras durante la Reconstrucción militar en algunas zonas con la de la gran mayoría que no corrieron con la misma suerte.
Así que la “cultura de la dependencia” existía, pero fue creada por los capitalistas, los bancos agrícolas y los intereses inmobiliarios del sur en connivencia con el Estado. Lejos de ser la causa, la Gran Sociedad fue tan solo una respuesta inadecuada – y con muchos condicionantes abusivos – a los problemas sociales creados por ese robo.
Hay una pizca de verdad en la identificación de Sowell de la Guerra contra la Pobreza con una “cultura de la dependencia” – los condicionantes antes mencionados. El problema es que Sowell le da un enfoque de derechas al tema (el Estado de bienestar desincentiva la iniciativa de los negros al mimarlos demasiado, creando problemas de riesgo moral y fomentando la ociosidad, etc., en lugar de brindarles el “duro amor” que realmente necesitan). Pero en realidad, el objetivo principal de los programas de bienestar de la Gran Sociedad no era redistribuir el ingreso hacia abajo; era salvaguardar la previa redistribución de la riqueza hacia arriba resultante del robo a los esclavos liberados y sus descendientes durante el siglo anterior. Fue para asegurar que lo robado permaneciese en manos de los ladrones.
Al igual que los esfuerzos de ayuda de la Gran Depresión, los programas de bienestar de la Gran Sociedad fueron implementados en respuesta al desorden social que resulta de la pobreza. Pero la forma que tomó la respuesta reflejó los propósitos del Estado capitalista. Lejos de “mimar” a los destinatarios, estos programas les devolvió una pequeña fracción de lo que les fue robado en un principio. Y los beneficios concretos vinieron envueltos en múltiples capas de control social. Las condiciones impuestas a los receptores de los programas – la aplicación de la disciplina social por parte de un ejército de trabajadores sociales – eran su verdadero propósito.
Como Piven y Cloward señalan, eso es lo que los Estados de bienestar han hecho desde que se crearon las Leyes de Pobres y sus casas de trabajo para gestionar la población desalojada del campo en Inglaterra tras siglos de cercamientos. Los Estados de bienestar no nacen cuando las mayorías populares “votan para gozar del despilfarro del erario público”, como lo predica el tropo de derecha; se crean para gestionar las clases previamente saqueadas por la plutocracia. Pero esa sutilieza es imperceptible para Sowell, que ha hecho carrera defendiendo a los ladrones como héroes de “libre mercado” y oscureciendo el hecho del robo – un robo hecho posible exclusivamente por el poder gubernamental que él finge combatir.
Artículo original publicado por Kevin Carson el 11 de mayo de 2015.
Traducido del inglés por Carlos Clemente.