Autoempleo, Democracia Laboral y Teoría Moral

Por Zachary Woodman. Título original: Self-Employment, Workplace Democracy, and Moral Theory, 25 de Agosto, 2025 – Traducido por Félix Hallowkollekt.

Lo que Matt Zwolinski Malentiende del Libertarismo de Izquierda

En The Bleeding Heart Libertarian, Matt Zwolinski publicó recientemente lo que nosotros – los libertarios de izquierda -, acertamos y nos equivocamos. De acuerdo con Matt, estamos en el buen camino al ir contra los libertarios de derecha tradicionales por ser libertarios vulgares. Además, él argumenta que nosotros también estamos en lo correcto por procurar ampliamente fines normativos socialistas – dígase, una sociedad más igualitaria y próspera para los más pobres -, a través del mercado.

Sin embargo, Matt dice que nosotros hacemos predicciones implausibles sobre cuán radicalmente sería una economía de mercado – ahora, en una sociedad sin estado -, estas predicciones implausibles incluyen que habría un boom del auto-empleo, empresas gestionadas por los trabajadores o la abolición de los terratenientes. Zwolinski – además -, dice que somos sólo los viejos rothbardianos de siempre, comprometidos a una absurda visión de autopropiedad deontólogica con conclusiones poco claras para la justicia compensatoria y/o absurdos – como la prohición de toda contaminación ambiental.

En esta respuesta – argumentaré que Matt sobrestima los argumentos empíricos y teóricos contra de que un mercado libre sea radicalmente diferente del capitalismo, específicamente centrándose en el caso del autoempleo y la democracia laboral. Además, argumentaré que Matt ignora la amplia diversidad de filosofías morales en los libertarios de izquierda.

El Argumento Empírico para el Autoempleo

Ante todo, Matt parece combinar dos predicciones empíricas muy diferentes que la mayoría de nosotros – libertarios de izquierda -, hacemos. Predecimos que habrá más autoempleo a nivel individual y que también habrá más empresas gestionadas por los trabajadores bajo un mercado con ley policéntrica sin Estado. Sin embargo, estas son predicciones distintas que requieren formas relacionadas – pero distintas -, de análisis institucional. Como concepto, el autoempleo se refiere a la idea de individuos poseyendo y gestionando su propio negocio directamente, mientras que las empresas gestionadas por sus trabajadores o democracia laboral referencia una forma de gestión colectiva sobre las empresas como modelo organizacional.

Antes de que profundicemos en el caso empírico, es importante remarcar que la creencia en – y la promulgación de – aquellas reconfiguraciones institucionales por nuestra parte es muchísimo más abarcativa que una simple predicción empírica. También es lo anterior, pero quizás lo más importante es que son compromisos normativos. En verdad, son muchísimas las formas institucionales que un mercado libre (sin Estado) pueda tomar dependiendo de las preferencias, las creencias de los individuos dentro de esa sociedad de mercado y el desarrollo tecnólogico de esa sociedad: desde jerárquicas distopías tecno-feudalistas dudosas, hasta economías altamente localistas con tendencias socialistas – sociedades del tipo cosmopolitano -, ampliamente liberales y libertarias. No queremos decir que cualquier forma de organización podría implementarse plenamente dentro de una sociedad de anarquista de mercado (dado a hechos sociales científicos y tendencias humanas psicólogicas, así como la dependencia de camino que es natural de la evolución sociopolítica.) Sin embargo, las posibilidades nomológicas de como una sociedad anarquista de mercado podría verse son bastante variadas y abarcativas. En lo que insistimos no es que la existencia de un libre mercado mágicamente conllevará a una utopía igualitaria – sino que somos el mercado -, y que el mismo acto de desincentivar moralmente el establecimiento de modos de organización económicos o sociales jerarquizados estamos ayudando con la creación de modelos antagonistas. A diferencia de críticos como Matt Zwolinski, no consideramos las preferencias existentes del actor medio o ideal del mercado bajo el sistema capitalista de producción como un hecho dado, sino que las vemos como algo que puede moldearse y reformarse en el mercado de las ideas.

Dicho esto, nuestras predicciones empíricas – dígase, los modos de producción tradicionalmente capitalistas siendo insustentables con la ausencia de intervención estatal -, parecen ser bastante contra-intuitivas para los principiantes y merecen una defensa sostenida. Por el resto de esta sección, procederé a enfocarme en asuntos únicamente empíricos como una prueba de cómo podrái verse una sociedad anarquista bajo nuestra visión. Empecemos con la predicción sobre el autoempleo. Matt piensa que el autoempleo es relativamente raro en el sistema capitalista de producción por las siguientes razones:

La razón por la cual la gran mayoría de personas no trabaja en empresas gestionadas directamente por los trabajadores no es un Estado haciéndolo más difícil: es que simplemente no lo desean, punto. Un montón de personas están cómodas si alguien más es el jefe, pues así delegan los dolores de cabeza de la gestión y afrontar los riesgos a alguien más. Esto no es amiguismo; es simplemente la división del trabajo en funcionamiento.

Para entender el porqué el autoempleo es tan poco común bajo el statu quo – el capitalismo -, requiere más que simplemente afirmar la existencia de una división del trabajo entre entre los gerentes con una ventaja comparativa en la dirección de la empresa y la asunción de riesgos. Debemos preguntar: ¿Por qué – exactamente -, la gestión bajo el sistema actual es un dolor de cabeza tal que requiere poseer una ventaja comparativa tan fuerte en un primer lugar?

En gran parte, esto es porque una gran parte de la gestión bajo el sistema actual se basa en satisfacer las exigencias que el Estado impone a las empresas para “hacer legibles” sus transacciones económicas, sus trabajadores y sus métodos de producción – de este modo, pueden cobrar impuestos y regular el funcionamiento. De hecho, una gran parte de cualquier quipo de gestión en las empresas capitalistas son técnicos contables y legales que aseguran que la empresa pueda informar a una serie de cuerpos regulatorios y agencias recolectoras de impuestos. En una sociedad anarquistas, muchas de estas funciones serían extremadamente optimizadas. Muchos de estos roles continuarían existiendo para que las empresas cumplan con un sistema de derecho de daños compuesto por – lo que podrían ser -, tribunales policéntricos y reguladores privados independientes que contratan a empresas para la certificación de señales. Sin embargo, las presiones competitivas del mercado probablemente optimizarían la congruencia y harían que los gastos generales en administración sean – en general -, un problema mucho menor.

Sin embargo, ¡no exageremos nuestro argumento! Hay otras partes institucionalmente independientes en la dirección – por ejemplo: recursos humanos, gestión de riesgos, planeamiento a largo plazo, etc. -, que son partes necesarias de la labor del gerente en una empresa. Matt piensa que un mínimo de personas quieren desarrollar una ventaja comparativa en estos asuntos y preferirían simplemente entrar y salir del trabajo en una empresa jerárquica. Claro – hay un poco de verdad en esto -, pero hay muchísima evidencia empírica de que Matt está exagerando su argumento. Por ejemplo, una encuesta de Gallup el año pasado descubrió que el 60% de los americanos encuestados quería ser su propio jefe. 60% de los cuales querían comenzar un negocio mencionaron la falta de recursos monetarios como el obstáculo más grande – mientras que sólo el 50% afirmó que eran las preocupaciones sobre el riesgo financiero el obstáculo que les impedía crear su propia empresa.

Matt Zwolinski – al ser confrontado con esta evidencia empírica de la encuesta -, podría argumentar que hablar el fácil y que la preferencia revelada muestra el contrario, pero incluso la preferencia revelada muestra a las personas dirigiéndose al autoempleo. Consideremos la expansión y prevalencia de la economía de pequeños trabajadores (o gig economy, por su nombre en inglés) a través de servicios como Uber o Lyft para conductores de taxis, DoorDash o GrubHub para repartidores de comida, Rula o BetterHelp para consejeros, LPL o Assetmark para ayudantes de inversiones independientes y planeadores financieros, o Varsity Tutors o Tutor.com para tutores. En cada caso, estos son individuos que contratan con una empresa que les provee una plataforma que absorbe muchísimo del dolor de cabeza de lo legal, la recaudación de impuestos y el marketing – así como el descargue del riesgo de inversión. Esto les permite a los individuos elegir sus propios horarios y construir su propio negocio en sus propios términos, volviéndolo efectivamente una forma de eautoempleo incluso si – nominalmente -, poseen algún tipo de estatuto W2 o 1099 con la compañía de su plataforma que los considera empleados. Ninguna de estas soluciones son perfectas y las distorsiones del Estado como la propiedad intelectual y los caprichos de la ley de impuestos permiten a estas plataformas explotar a sus contratantes en varias formas – sin embargo, el hecho de que la economía de pequeños trabajos esté creciendo es evidencia de que muchos más desean autonomía sobre sus propias vidas.

Además, una razón del porqué las personas necesitan tanto dinero para empezar su propio negocio no son siempre costos altos fijos que requieren una gran inversión de capital y riesgo. Esas economías de escala – naturalmente -, existen en muchas industriales – pero en una extensión significativa -, estas son economías de escala artificiales que sólo existen por instituciones legales estatistas. Estas economias de escala artificiales incluyen todas las formas en las que el Estado requiere a cada actor económico volverse legible para recaudar impuestos y controlar el cumplimiento de las regulaciones, así como las subvenciones estatales a las empresas ya establecidas, lo que dificulta aún más que los pequeños agentes que se incorporan al mercado, como los emprendedores autoempleados, puedan competir. Estando ausentes estas artificiales barreras de entrada y economías de escala, estoy seguro que más del 60% estaría dispuesto a autoemplearse.

Tomemos el ejemplo de la agricultura para dar a entender cómo el Estado crea instituciones que previenen el autoempleo. No hay razón para pensar que la agricultura necesita ser abarcada por grandes companias multibillonarias cómo lo es hoy: la agricultura es – efectivamente -, una industria de capital intensivo con costos fijos altos, requiriendo de millones de dólares en inversión – por ejemplo, en tractores, cultivos mixtos, silos, graneros, fertilizadores y la tierra. Sin embargo, los agricultores a pequeña escala – autoempleados -, fueron alguna vez la norma y continuan existiendo donde sea en el mundo. Han sido grandes niveles de subsidios otorgados a agricultores con conexiones políticas por generaciones quienes han creado una tendencia a la centralización.

Estas economías de escala artificiales han sido agravadas por las barreras de regulación ambiental de la EPA, las regulaciones agricultoras implementadas por el Departamento de Agricultura (EE. UU.), las regulaciones al trabajo de la OSHA y aún más regulaciones sobre la dieta por la FDA. Todas estas regulaciones crean oportunidades para que los agricultores establecidos dominen. El resultado: incluso si la agricultura como práctica tiene el porcentaje más alto de autoempleados, este porcentaje ha estado disminuyendo constantemente por décadas porque ahora son sólo empresas establecidas o los más ricos los capaces de superar las barreras naturales y artificiales de entrada, resultando en niveles crecientes de concentración de mercado. Hay una razón bastante sólida para pensar que – de estar ausentes estas distorsiones gubernamentales -, los negocios agricultores serían más competitivos y los granjeros autoempleados serían muchísimo más habituales, como fue históricamente la norma. Historias parecidas han sido contadas en muchas otras industrias.

El Argumento Empírico para la Democracia Laboral

Ahora tratemos el argumento empírico para la autogestión de los trabajadores y la democracia laboral. Lo que los libertarios de izquierda – defensores de la democracia laboral – critican no es la noción de la división de trabajo entre gestores y trabajadores (punto y aparte.) Sino la intensa forma jerárquica de la dirección capitalista en la sociedad anónima – modelo en el cual las decisiones colectivas de los trabajadores son parcial o completamente reprimidas -, en cambio, estas decisiones son tomadas por los CEOs, las juntas corporativas e inversores activos y toda ganancia sobrante es distribuida entre ellos. Los trabajadores son enajenados de este proceso.

Un área de trabajo más democrática no necesita – ni debe abolir -, la existencia de gerentes funcionales que tomen algunas decisiones de negocio, del mismo modo que una sociedad más democrática no requiere la abolición de los representativos democráticos y la implementación de la democracia directa. En su lugar, requiere que los trabajadores tengan más decisiones de propiedad sobre la empresa – a través de la votación de representativos de dirección & gestión -, en lugar de inversores externos, además de la distribución de las ganancias en lugar de contratos de trabajo asalariado.

Este es un modelo que ha existido – y continua existiendo -, incluso bajo el sistema capitalista de producción. Existió en las Cooperativas de Tonelería de Minneapolis por décadas (1865-1929.) Existió en una planta de fabricación de moldes industriales bajo una empresa denominada Marland Mold en Pittsfield, Masachusets desde 1992 a 2017. Y continua existiendo en ambas la cooperativa española Mondragón y el modelo alemán de cogestión en el ámbito laboral – reconocido legalmente.

Puede que Matt termine reconociendo lo presentado como hechos empíricos y que su crecimiento en una anarquía de mercado es posible. Sin embargo, su argumentación sobre la incapacidad competitiva del tipo de empresas anteriormente mencionalas en el mercado actual está malentendiendo la historia de ambas – las sociedades anónimas y las empresas gestiondas por sus trabajadores.

Primero, la existencia de la sociedad anónima moderna no es un resultado de puta competencia de mercado sino de conquista colonial. De hecho, las primeras sociedades anónimas (a gran escala) modernas en occidente fueron empresas como la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, la Compañía de Moscovia y la Compañía de Mercaderes Aventureros – siendo estas monopolios legales garantizados -, contratadas por reyes y sus cortes asociadas, siendo subsidiadas fuertemente por el Estado.

Personalmente, disputaría que la sociedad anónima continua dominando como una consecuencia de (ambas) una inercia institucional y el aumento de los dictámenes legales que eximen a los inversionistas de rendir cuentas ante la ley, y hacen que la actividad económica se amás legible para el Estado en lo que respecta al cumplimiento de las normas fiscales y regulatorias. Mientras que no pienso que la sociedad anónima jerárquica tradicional desaparezca completamente dada la ausencia de un estado – el hecho de que necesiten tanto apoyo estatal para ser fundadas y dominar es evidencia de que su prevalencia puede ser enormemente disminuida en el contexto institucional de un Estado mínimo y un mercado más libre.

Segundo, las democracias laborales – bajo el existente sistema capitalista de producción -, han sido competitivas por períodos sostenidos de tiempo incluso con una baraja institucional en su contra. La Cooperativa de Tonelería de Minneapolis – por ejemplo -, incluso si con eltiempo se volvió una democracia laboral levemente “menos pura” sobrevivió a la Gran Depresión a pesar de las intentas presiones competitivas y cerraron sus puertas por el bajón económico en lugar de una característica inherente de su modelo de gestión. La antes mencionada Marland Mold en Pittsfield, Massachusets cerró sus puertas en 2017 trás 15 años de éxito relativo después de fusionarse con una empresa francesa. Mondragón y las empresas alemanas de cogestión continuan siendo éxitosas en un mercado internacional dominado por sociedades anónimas jerárquicas tradicionales.

Los Argumentos Teóricos para el Autoempleo y la Democracia Laboral

Además – en el dominio de la teoría económica del liberalismo clásico -, hay una scuantas razones para pensar que el autoempleo y la democracia laboral serían éxitosos en el contexto institucional de una anarquía de mercado. Ha sido observado que la empresa capitalista es como una pequeña isla de dictadura socialista, al estilo militar. Esto debería dejar perplejos a los liberales de mercado por razones Hayekianas.

Si es importante para los individuos actuar sobre su conocimiento local y tácito antes que ser coercionados por un planeador central que está removido del proceso de producción – y por tanto, de su conocimiento tácito y local -, ¿por qué no deberían los lugares de trabajo darle a las personas realmente involucradas en el día a día del proceso de producción de bienes – es decir, los empleados – más podes sobre las decisiones generales de la empresa, siendo que tienen más conocimiento tácito y local sobre las operaciones del día a día? De hecho – así como hay un problema de conocimiento para los planeadores centrales socialistas -, hay un problema del conocimiento para los planeadores centrales corporativos que conlleva a ineficiencias significativas.

La argumentación tradicional coaseana sobre por qué esto es así en la teoría económica popular es que cierto nivel de planeamiento central de acuerdo con la empresa ayuda a reducir los costos de transacción. Hay cierta verdad en esto – pero está, sin embargo, profundamente exagerado. Consideres cuán seguido las empresas toman decisiones ciegas y poco éticas en el sistema actual a pesar de las protestas del empleado. Tomemos, por ejemplo, el desastre del reciente Boeing 737 Max en el cual los ingenieros gritaron – a los cuatro vientos -, las advertencias de cuán apresurado era el proyecto, pero la gestión lo apresuró resultando en accidentes desastrosos y costosos. Estos problemas son ubicuos en las empresas jerárquicas.

Las empresas jerárquicas resultan en costos de transacciones menores a la expensa de sofocar el conocimiento tácito y local que los trabajadores tienen para guiar la empresa. Cómo debería ser resuelto este término medio – entre optimizar los costos de transacción e incorporar el conocimiento local de los trabajadores -, es algo que el mercado debería determinar. Pero bajo el statu quo se ha puesto el dedo en la balanza contra la democracia laboral y creo presiones artificiales hacia la jerarquización laboral. Esto socava la asunción de Matt sobre la jerarquía empresarial reflejando meramente la especialización natural en lugar de incentivos institucionales distorsionados.

Nosotros – los libertarios de izquierda -, podríamos estar equivocados con esa predicción. Además, espero completamente que dominen algunas industrias con barreras de entrada naturales tan inmensas a efectos de las economías de escala y los efectos de comunicación como la infraestructura del transporte, los útiles eléctricos o las telecomunicaciones que las empresas deberían alcanzar un tamaño comparable a las empresas actuales para reducir los costos de transacción. Sin embargo, estas industrias serán probablemente una minoría pequeña. De todos modos, el únicamente gesticular sobre las ventajas comparativas en los costos de gestión & transacción – como muchos libertarios de derecha y economistas capitalistas hacen -, es en sí mismo insuficiente para discutir esta cuestión empírica compleja. Cosas parecidas podrían decir sobre por qué nosotros pensamos que la desigualdad de la riqueza y los terratenientes son extensamente un síntoma del capitalismo de amiguetes antes que un proceso del mercado en sí mismo.

La Diversidad de Posturas Morales Dentro del Libertarismo de Izquierda

Suficiente con el punto empírico, discutamos los fundamentos morales de la izquierda libertaria. Acordando con Zwolinski, “en términos de sus principios filosóficos, el libertarismo de izquierda es – básicamente -, el viejo rothbardianismo de siempre.” Si bien algunos libertarios, como Jason Lee Byas, Cory Massimino, y Roderick Long son más cercanos a Rothbard que Matt o yo, esto es simplemente una falacia de hombre de paja contra sus visiones.

Incluso el más Rothbardiano entre nosotros aquí en C4SS no es ortodoxo – no cree meramente en la autopropiedad dentológica como la base de lo moral como Rothbard sí lo hizo. Roderick T. Long, tomando de Aristóteles, es un ético de la virtud que – al contrario de Rothbard -, cree que la unidad de la virtud significa nustra concepción de los derechos de propiedad como algo sostenido en un equilibrio reflectivo de nuestro compromiso con la igualdad. Byas también es un ético de la virtud y defiende una forma de igualitarismo racional que habría hecho al Rothbard tardío retorcerse y tendrá un próximo trabajo en el que critica la noción de la autopropiedad por implicar una enajenación de los derechos naturales.

Además, la mayoría de nosotros no somos ni siquiera Rothbardianos en un sentido abstracto. Algunos de nosotros – como el Fred Folvary tardío -, son más georgistas. Gary Chartier (uno de los dos libertarios de izquierda que Matt menciona por nombre), basa su filosofía moral en la teoría de la nueva ley natural en contraposición a la deontología rothbardiana. Muchos de nosotros, como Kevin Carson y Shawn P. Wilbur, somos muchísimos más cercanos al mutualismo proudhoniano que a Rothbard. William Gillis es – directamente -, un consecuencialista que se presenta en oposición extrema a cualquier teoría rothbardiana de derechos naturales. Yo mismo defiendo una forma de deontología pluralista rossiana en lugar de la autopropiedad rothbardiana o nozickeana. Creo que debemos obtener un balance reflectivo para resolver tensiones entre las consideraciones de los derechos deontológicos que – a primera vista -, proceden de deberes de la autonomía y la no malversación. Y también consideraciones consecuencialistas que vienen – a primera vista -, de deberes de benevolencia, y ese acto de balance evita un montón de las absurdeces que Matt ve en Rothbard. Esto no es por profundizar sobre algunos anarquistas sociales que son más cercanos a críticas marxistas de los mercados basados en la enajenación y ven muchísimo más lugar para cooperativas sindicalistas, que son incluso más antagónicos a Rothbard que la mayoría de nosotros anarquistas de mercado de izquierda.

Hay simplemente más libertarismos de izquierda, en el cielo y en la tierra, que los soñador por la filosofía de Zwolinski. Así como la mayoría – si no todos -, los libertarios y liberales clásicos en la filosofía académico no son simplemente nozickianos irreformados, pocos o ningún anarquista libertario de izquierda son rothbardianos irreformados. Este pluralismo hace que la noción de un “rothbardianismo” unificado entre los libertarios de izquierda no solo sea simplista, sino también inexacto empíricamente.

Conclusión: La Relación entre los Libertarios de Corazón Sangrante y el Libertarismo de Izquierda

Mucho de lo que Matt dice acerca de ser un compañero de viaje de nosotros – los libertarios de izquierda -, con simpatías fuertes, podría ser dicho mutuamente. El trabajo de Matt, así como el trabajo de otros BHLs (Libertarios de Corazón Sangrante, por su significado en español) como Thomasi, Brennan y el Steve Horwitz tardío han sido muy influyentes para mí los últimos años. Esta crítica contra él no es escrita en un espíritu burlón. Yo, también, preferiría siempre a un BHL moderado o un liberal neoclásico sobre un hoppeano reaccionario o un paleo-libertario.

Sin embargo, creo que si los BHL se involucraran más cuidadosamente con nosotros, se darían cuenta rápidamente que las diferencias filosóficas con nosotros son muchísimo menos estrictas de lo que podrían parecer. Además, nuestras predicciones empíricas, por más radicales que puedan sonar, tienen un mayor sostén teórico y empírico de lo que podrían esperar.

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