The following article is translated into Spanish from the English original, written by Kevin Carson.
Mis lectores regulares saben que uno de mis temas favoritos es que la acción política suele ser futil, o cuesta más en esfurezo de lo que genera en resultados. Como lo dijo Charles Johnson, uno puede esquivar la represión impuesta por las leyes y aquellos a los que ésta privilegia con una pequeña fracción del esfuerzo que requeriría cambiar dichas leyes a través del proceso político.
En lugar de desperdiciar tiempo y desgastarse emocionalmente peleando para eliminar subsidios y protecciones regulatorias a las grandes corporaciones, o pedir permiso al gobierno para hacer uso de las formas de organización social y económica que deseamos, debemos poner nuestro esfuerzo, simplemente, en construír el tipo de sociedad que anhelamos.
Uno de los mejores ejemplos que yo haya visto jamás en este sentido es el proyecto “Ecología de Código Abrieto” (ECA), con su solar de demostración, la “Granja Factor e”, cerca de la ciudad de Kansas en Estados Unidos. Liderado por Marcin Jakubowski, ECA intenta crear los fundamentos tecnológicos para economías locales verdaderamente descentralizadas, de bajo costo y diversificadas. Su objetivo es crear la maquinaria de producción para dicho tipo de economía junto con herramientas básicas para la vida cotidiana. Y el proyecto es extremadamente relevante para las necesidades no solo de las economías industriales re-localizadas de Occidente, sino también para las economías rurales del Tercer Mundo.
El proyecto incluye un “Set de Construcción de la Aldea Global” (SCAG) de cincuenta herramientas, incluyendo máquinas-herramienta numéricamente controladas de código abierto como torno, taladradora hidráulica, molino, acanalador, mesa de corte e impresora 3-D, junto con un horno de inducción para fundir, un extractor de aluminio a partir del ladrillo, un extrusor bioplástico, y un molino de fabricación de circuitos.
Las herramientas para la vida cotidiana incluyen una turbina de viento escalable hasta 50 KW y un generador de vapor, máquina trilladora, un empacador de heno, el tractor LifeTrac, un mezclador de cemento, aserradero, retroexcavadora y buldozer, una unidad de energía hidráulica multi-propósito, un pulverizador de tierra y una torre de perforación de pozos.
El progreso de la “Granja Factor e” ha sido espectacular.
La mayoría de las máquinas-herramienta controladas numéricamente han sido diseñadas. Otras herramientas ya están en fase de producción serial. Todos los diseños son de código abierto, accesibles gratuitamente para todo el que quiera ponerlos a producir en cualquier lugar del mundo.
Además, el proyecto se alimenta de una gran operación de permacultura.
La red de fans de ECA provee al proyecto con 7.000 dólares mensuales de financiamiento. El proyecto obtuvo una donación reciente de 60.000 dólares, y la Kauffman Foundation está a punto de hacerle otra de 100.000 dólares que se usará para “escalamiento de producción y entrenamiento de fabricantes en replicabilidad empresarial”.
Con los niveles actuales de fondos se están desarrollando simultáneamente diez proyectos SCAG, y Jakubowski proyecta que el paquete entero estará completamente listo en 2012.
La belleza de todo esto es que la cualidad “hecho en casa” de las herramientas significa que son extraordinariamente baratas en comparación a sus contrapartes comerciales. Una impresora 3-D o una mesa de corte se puede producir por unos pocos cientos de dólares. La otra cualidad interesante es que la producción a pequeña escala en un fábrica casera prácticamente nulifica las leyes sobre patentes. Al igual que las leyes sobre propiedad intelectual, las patentes se diseñaron para una era en que la producción era cara y controlada por un puñado de corporaciones. Los costos de transacción de detectar violaciones a dichas leyes y exigir su cumpplimiento por parte de una empresa casera que produce a una escala tan pequeña son altísimos.
Estas nuevas tecnologías probablemente sustituirán una proporción creciente de la manufactura tradicional, a medida que las economías caseras locales vayan llenando los huecos dejados por el colapso de las cadenas corporativas de producción y distribución causado por la era que se avecina del barril de petróleo a 200 dólares.
Más importante aún, éstas tecnologías son ideales para las economías rurales del Tercer Mundo. El costo extremadamente bajo de la maquinaria de producción implica que por unos 10.000 dólares se puede fabricar cualquier bien de consumo o herramienta que necesita un pueblo o favela del tercer mundo (excepto algunas cosas como microprocesadores) a una escala adecuada a la demanda local. Y esta economía local y diversificada puede sobrevivir independientemente de los mercados internacionales de capital y las flotas gigantescas de barcos de carga.
Esta tecnología está literalmente haciendo pedazos la racionalización que se usa para justificar los modelos de desarrollo basados en la exportación de materias primas y mano de obra esclava, hechos a la medida para la conolización corporativa. La revolución micromanufacturera es la tendencia opuesta a la tarnsformación tecnológica que hizo surgir a los sistemas de sueldos y fábricas, osea, permite la sustitución de maquinaria cara y producto-específica por herramientas baratas y de propósito general.
Muy pronto, la gente de una aldea del tercer mundo podrá decirles a las corporaciones multinacionales: “Gracias, pero no. Preferimos usar nuestras materias primas y cosechas para nuestro propio beneficio, y nuestra fuerza de trabajo para producir nosotros mismos. Ya no requerimos de sus servicios”.
Artículo original publicado por Kevin Carson el 15 de julio de 2011.
Traducido del inglés por Carlos Clemente.