De Nathan Goodman. Artículo original: Beware Panaceas: Promises and Pitfalls of Agorism, Illegalism, and Syndicalism publicado el 14 de septembre de 2016. Traducido al español por Luis Vera.
En líneas generales, estoy a favor del agorismo, la acción directa y otras estrategias anarquistas que enfatizan la necesidad de construir un nuevo mundo del cascarón del viejo. De todos modos, reconozco que no hay panaceas. Todas las estrategias tienen costos y beneficios, y las estrategias para el cambio social pueden tener serios obstáculos y consecuencias inesperadas. Este ensayo utiliza algunos conceptos básicos de la ciencia económica para explorar los potenciales obstáculos de las estrategias de acción directa.
Bautistas y contrabandistas: Los empresarios en el mercado negro como beneficiarios de la acción estatal
Un fenómeno común en la política regulatoria es el de “bautistas y contrabandistas”. Discutida por primera vez en un paper del economista regulatorio Bruce Yandle, la frase se refiere a como sectores aparentemente opuestos suelen apoyar las mismas regulaciones. Las leyes dominicales, que ordenan el cierre de licorerías y bares los domingos, fueron apoyadas por los bautistas por razones morales, pero también por los contrabandistas de licor, ya que significaba que sus competidores cerraban los domingos.
En un marco agorista, los contrabandistas de licor son vistos como parte del mercado negro, la contraeconomía. Los contrabandistas proveen bienes que los consumidores tienen un derecho natural de comprar. Son emprendedores que actúan al margen del Estado para proveer bienes y servicios que han sido criminalizados injustamente. Sin embargo, dado que la intervención del Estado reduce la competencia, estos emprendedores contraeconómicos tienen incentivos para apoyar la intervención del Estado.
Del mismo modo, la prohibición de las drogas hace subir las ganancias de los carteles de narcotráfico. La prohibición evita que entren competidores al mercado de las drogas. Esto incrementa el precio de las drogas. Sin embargo, la adicción hace que el mercado de las drogas sea inelástico. Esto significa que los usuarios no son particularmente sensibles al precio. Entonces, un aumento en los precios aumentará las ganancias. Como dijo en una oportunidad Milton Friedman “Si se observa la Guerra contra las Drogas desde una perspectiva puramente económica, el rol del Gobierno es proteger a los carteles”.
El trabajo reciente de David Skarbek sobre las bandas de prisión expande esta observación. Skarbek documenta como las bandas de prisión llegan al poder como resultado de la encarcelación masiva. Cuando la población de las prisiones es pequeña, la reputación puede dar los incentivos correctos en la gobernanza de los mercados negros. Alguien que actua de forma deshonesta en una transacción de drogas podría arruinar su reputación y enfrentarse al ostracismo. Pero una vez que la población de una prisión es numerosa, la gente no puede conocer bien la reputación de sus compañeros. La gobernanza debe darse por otros medios, y, por tanto, las bandas de prisiones llegan al poder.
Aunque estas instituciones de gobernanza carecen de la jurisdicción monopolista del Estado y proveen, en cierta forma, una gobernanza que hace posible las transacciones del mercado negro, pueden ser tan autoritarias y violentas como los Estados. Skarbek documenta como las bandas de prisiones recaudan impuestos de las bandas fuera de la prisión al amenazar a sus miembros con violencia dentro de las prisiones si la banda de afuera no paga. Estas bandas también hacen cumplir sus normas a través de la violencia brutal. Citando una encuesta de oficiales de prisiones donde las altas puntuaciones indican mayor frecuencia de la actividad. Skarbek explica “Las bandas suelen cometer acciones predatorias, incluyendo la intimidación (148 puntos, el puntaje más alto), asalto (134), abuso de los internos débiles (133), extorsión (131), robo (117), robo armado (99), robo (89), violación (83), asesinato (79), incendio (61) y esclavitud (52). Pero también usan la violencia predatoria, y se benefician de las políticas del Estado. ¿Qué debería pensar un agorista sobre estas instituciones? Ciertamente no deberíamos valorarlas como agentes del cambio social contraeconómico que queremos ver en el mundo.
La forma económica de pensar nos da razones para pensar que estrategias agoristas para el cambio social serán superiores a otras estrategias que enfaticen la búsqueda de reformas a través del proceso político. La política está aislada de los procesos empresariales del mercado, y por tanto, carece de los mecanismos de retroalimentación que aseguran que el se cree valor y no que se destruya. Al trabajar a través del proceso del mercado, los emprendedores agoristas tienen incentivos para crear valor, acceso al conocimiento disperso que se coordina a través de los precios y adaptan sus acciones al ver que estas se vuelven destructoras en vez de productivas. Sin embargo, existen mercados negros que están distorsionados por el Estado, en formas que benefician a ciertos participantes de estos mercados negros. Dichos actores fácilmente pueden convertirse en depredadores y entregarse a un emprendimiento improductivo que atenta contra la libertad, en vez de promoverla.
Sindicalismo, ilegalismo y otros aliados contraeconómicos
Mis colegas y camaradas Logan Glitterbomb y Nick Ford han propuesto alianzas con ilegalistas y sindicalistas, como una forma en la que los agoristas pueden aumentar su impacto contraeconómico. Los ilegalistas hurtan como medio de empoderamiento individual, plantean insurrección contra el Estado y la redistribución de la riqueza, quitándola de las manos de la clase dominante. Los sindicalistas usan técnicas de alt-labor y de unionismo independiente para velar por los intereses de los trabajadores en su organización. Su objetivo suele ser tomar los medios de producción y establecer firmas manejadas democráticamente por los trabajadores.
Los ilegalistas y sindicalistas son, en cierta forma, aliados naturales para los agoristas, dado que las tres filosofías enfatizan la acción directa antiautoritaria que desafíe el régimen legal represivo del Estado. Sin embargo, tengo ciertas reservas sobre las tácticas sindicalistas e ilegalistas, y pienso que hay obstáculos en su uso, de los que hay que estar al tanto.
Las organizaciones de alt labor tienden a evitar las desventajas de la organización unionistas. Las uniones establecidas, como la AFL-CIO, han establecido relaciones de complicidad con el Estado. La AFL-CIO, por ejemplo, apoyó la expansión del proteccionismo a través de la propiedad intelectual, y la censura de internet a través de varios instrumentos legales dado que estas leyes beneficiaban a sus miembros en la industria del entretenimiento. Además, uniones establecidas han, históricamente, excluido a personas de color, migrantes y mujeres. La unión sindicalista Industrial Workers of the World fue creada en gran parte para servir como una unión más inclusiva y evitar estas políticas de exclusión. Adicionalmente, mientras que la AFL-CIO apoya a la entidad federal denominada como National Labor Relations Board, las organizaciones de alt-labor, como la Coalition of Immokalee Workers, han ganado sus victorias rehusándose a trabajar con estos canales burocráticos.
Sin embargo, incluso las uniones que tienen tendencias sindicalistas o de alt-labor pueden asumir tácticas coercitivas que atentan contra los principios libertarios. Por ejemplo, Industrial Workers of the World, una favorita de los anarquistas y libertarios de izquierda, ganó una demanda contra la organización sin fines de lucro Sisters’ Camelot en la National Labor Relations Board, en vez de actuar de forma contraeconómica, IWW eligió, en este caso, apelar al Gobierno federal para castigar a una organización privada por sus decisiones sobre contratación y despido.
Además, las tácticas ilegalistas y sindicalistas pueden coartar los derechos de propiedad incluso cuando no apelan al Estado. Esto es suficientemente obvio al hablar de las tácticas ilegalistas, que valoran el robo como una forma de acción directa. El sindicalismo también puede involucrar la transferencia coercitiva de propiedad, especialmente al tratarse de la toma de fábricas por los trabajadores. Hay cuestionamientos legítimos a la legitimidad de ciertos derechos de propiedad existentes debido a ciertas injusticias históricas, como los cercados de campos abiertos y otras acciones del Estado que han privilegiado a los trabajadores y empobrecido a los trabajadores. Sin embargo, la acción que transfiere de la propiedad de una persona (o grupo de personas) a otra persona o grupo sin el consentimiento del dueño inicial es una acción de cero suma o de suma negativa. Dado que tenemos tiempos, recursos, capacidad laboral y perspicacia empresarial limitados, hay un verdadero coste de oportunidad en poner nuestros esfuerzos en estas transferencias en vez de en la producción y en los intercambios mutuamente benéficos.
El economista William Baumol hace una distinción importante entre el emprendimiento productivo y improductivo. Una gran cantidad de emprendimiento improductivo está mediado por lo político. La búsqueda de rentas, el cabildeo y las ganancias de las guerras son buenos ejemplos. Pero el emprendimiento improductivo también puede ocurrir fuera del aparato del Estado, a través del robo y la expoliación. Independientemente de si el Estado se involucra o no, esto puede crear un ciclo, donde cada acto de emprendimiento improductivo crea nuevas posibilidades para ganancias improductivas. Los ilegalistas que roban, por ejemplo, pueden hacer el robo más fácil para otros, o crear redes que ayuden a otros a desarrollar habilidades que faciliten el robo. Esto reduce la riqueza total, la confianza y la cooperación social.
El agorismo es deseable en gran parte porque usa el emprendimiento productivo para expandir el sector productivo de la economía y matar el sector improductivo del Estado. La acción contraeconómica agorista orienta los incentivos hacia el emprendimiento productivo y en dirección contraria al improductivo. La acción directa sindicalista puede hacer esto bajo ciertas circunstancias, particularmente en el innovador modelo de mercado libre usado por la Coalition of Immokalee Workers. Pero cuando la acción directa sindicalista e ilegalista involucra la transferencia coactiva como táctica central, da oxígeno al emprendimiento improductivo, que contribuye al estancamiento económico.
Estos puntos pueden dar razones para evitar buscar transferencias y redistribuciones coercitivas, incluso cuando ciertas injusticias históricas hacen dudosos los títulos de propiedad. Puede ser cierto que la distribución actual sea profundamente injusta, pero la mejor forma de rectificarlo es dejar que el libre mercado se coma a los ricos y saque, por vía de la competencia, a las élites privilegiadas. Intentar rectificarlo por la fuerza puede fomentar el emprendimiento improductivo y debilitar las normas sociales de la libertad individual y la cooperación social mutuamente benéfica. Como señalaron Peter Boettke y Christopher Coyne en su paper The Political Economy of Forgiveness (La Economía Política del Perdón), optar por la reconciliación y no la venganza después de ciertas atrocidades es la mejor forma de empezar a cultivar las normas de la cooperación social pacífica que conduce a sociedades libres y prósperas.
El agorismo, y hasta cierto punto, el sindicalismo y el ilegalismo, tienen ventajas significativas por sobre la búsqueda de políticas públicas de arriba hacia abajo. Estas tácticas de base permiten que la gente con conocimiento local actúe en pro de su liberación y bienestar, en vez de pedirle a burócratas y políticos que carecen de este conocimiento que implementen reformas de arriba abajo. Las tácticas de acción directa operan en un contexto policéntrico que les permite perseguir objetivos que parecen utópicos a la vez que evitan la fatal arrogancia de intentar imponer panaceas en distintos ambientes donde no encajan. Sin embargo, estas estrategias tienen verdaderos obstáculos, desventajas y costos que debemos tomar en serio. Espero que este ensayo pueda iniciar una conversación honesta entre anarquistas sobre estas posibles desventajas, y que permita a los anarquistas empezar a construir soluciones a las mismas.