Esta discusión del C4SS sobre anarquismo y democracia ha sido intrigante – aun cuando soy solo uno de dos escritores que los ven como conceptos compatibles. El breve ensayo de Grayson, «Demuelan el Demos,» es de especial utilidad. Deja en claro cuál es la raíz del desacuerdo entre anarquistas acerca de la democracia. El problema básico, creo, no es a qué nos referimos con «democracia,» sino a qué nos referimos con «anarquismo.» Es el compromiso con una interpretación «individualista» del anarquismo lo que conduce a rechazar la democracia radical. Yo creo que esto conduce, contrario a las intenciones de quienquiera, hacia una dirección autoritaria.
Filosofía social
Grayson escribe:
«[…] Todos deberían ser iguales en términos de tener […] autoridad absoluta sobre sí mismos […]. Deseamos un mundo donde […] todos sean reyes […]. El demos es el enemigo original para un anarquista […]. Presupone la aniquilación del individuo en el colectivo […]. Este antagonismo [existe] entre la soberanía individual y la democracia […]. Lo social debería hacer campo para el individuo y no al contrario […]. Los individuos actúan […] los colectivos no actúan […]. La sociedad que queremos es una que se disuelva continuamente en individuos y exista solo como plataforma para que individuos únicos interactúen con otros […].»
Desde luego, Grayson no niega la existencia de sociedad o sociedades, grandes o pequeñas. Pero las ve como secundarias en comparación con el individuo: algo que debe tolerarse y usarse tan poco como sea posible, hasta que puedan disolverse (¿periódicamente?). (No sé si Grayson sea un discípulo de Stirner o de otros anarquistas individualistas, pero claramente encaja en la categoría.)
Como descripción de la realidad, esto es falso. No hay y no puede haber individuo sin sociedad. Grayson no podría pensar sin emplear el lenguaje – un producto social. El sentido de sí mismo de un niño se desarrolla mediante su interacción con otros, desde la infancia en adelante. La visión de Grayson viene a ser como decir que la cascada no existe porque en realidad está compuesta de gotas de agua: las gotas son las que caen, pero supuestamente no lo hace el agua del río. Dice que solamente los individuos actúan, pero no los colectivos. Pero tómese el célebre ejemplo de un grupo de hombres que mueven un piano. ¿Quién mueve el piano? Si cada uno actúa de manera completamente autónoma, ¿se moverá el piano? Eso sirve como modelo para cualquier clase de actividad productiva, desde la caza recolección hasta el día de hoy, sin importar cuán descentralizada o manual sea una tecnología anarquista.
Compárese la postura de Grayson con la de Bakunin (pasajes citados de Brian Morris, Bakunin: The Philosophy of Freedom, 1993):
«[…] la sociedad natural [es] el punto de partida real de toda civilización humana y el único medio en que la personalidad y libertad del hombre puede surgir y crecer. […] El hombre […] solo alcanza la realización de su libertad o personalidad integrándose con todos los individuos a su alrededor y mediante el poder colectivo de la sociedad. […] El hombre aislado no tiene conciencia de su libertad. Para el hombre, ser libre significa ser reconocido, considerado y tratado como tal por otro hombre y por todos los hombres alrededor suyo. Por ende, la libertad es un rasgo, no de aislamiento, sino de interacción, no de exclusión, sino más bien de conexión […]» (pp. 88 – 89; nótese el uso de «hombre» para referirse a la «humanidad»)
No citaré a Kropotkin cuando habla de ayuda mutua y cooperación como fundamentos de su visión del anarquismo. La idea se entiende. Esta es la base del anarquismo social, del socialismo anarquista. Es bastante distinta del anarquismo individualista.
La política real
Grayson concuerda con que el colectivo sí existe, aún en el anarquismo, en esos resquicios donde se disuelve en individuos aislados mientras sirve como trampolín para el «átomo humano». Por tanto, es razonable preguntarle ¿cómo se organizarán los colectivos durante estos periodos? ¿Cómo tendrán control los individuos del funcionamiento de estos colectivos (infortunadamente necesarios, aunque sea por un tiempo)? A lo largo de los milenios, grupos de cazadores recolectores, aldeas, clanes y otras asociaciones han empleado a menudo discusiones comunales, consensos, votos, elección de especialistas al azar o por decisión grupal, u otros métodos similares – es decir, democracia. Pero Grayson rechaza la democracia. ¿Y entonces qué?
Él no nos dice lo que haría. Dice rechazar la democracia y querer «reyes» y que vislumbra el «Demos» (el pueblo colectivo) como «el enemigo.» Por supuesto, no aboga por la dictadura. ¿Pero entonces qué? Si nadie puede decirme qué hacer, ni siquiera el socialista demócrata más radical, entonces yo debo ser el rey. Es la conclusión lógica de rechazar la democracia, aun si contradice las metas mismas que Grayson se propone lograr.
En resumen, Grayson se enfrenta al mismo problema de todos los otros anarquistas que rechazan la democracia (dejando de lado a esos muchos que abogan por procedimientos democráticos, pero sin usar el término «democracia»). Dado que la gente vive en sociedad, que la cooperación es una parte necesaria de la vida, que la producción y el consumo de bienes necesarios requiere de actividades grupales — entonces debe hacer alguna forma de organizar estos procedimientos que provea el máximo de libertad individual y control desde la base. Esos anarquistas que rechazan la democracia por lo general se quedan en altos y abstractos niveles de filosofía. No dicen qué sería exactamente lo que harían. ¿Qué podría ser esto sino alguna forma de democracia radical?
Artículo original publicado por Wayne Price el 28 de julio de 2017
Traducción del inglés por Mario Murillo