Bernie Sanders piensa que las fronteras abiertas son una «propuesta de derecha» que «empobrecería a todo el mundo en Estados Unidos.» Los comentarios de Sanders dan muestra no solamente de una ignorancia anonadante en materia de economía e inmigración, sino de una tendencia decepcionantemente racista y xenofóbica en el seno de la izquierda convencional.
Si bien Sanders piensa también que tenemos una «responsabilidad moral» de «trabajar con el reto del mundo industrializado para abordar los problemas de pobreza internacional», aparentemente él no cree que esto se extienda al deber de no encerrar a los pobres en el globo por fuera del mundo industrializado. ¿Cómo podemos llevar a cabo nuestras obligaciones morales con los pobres en el globo si continuamente erigimos cercos que los dejan por fuera del mundo desarrollado y atascados en sus propias naciones subdesarrolladas y sin libertad?
Si tenemos la obligación moral de ayudar a las personas pobres del mundo, lo menos que podemos hacer es derribar los muros que los relegan a la pobreza. Permitir el libre movimiento de personas entre naciones daría a los extranjeros la oportunidad de escapar la pobreza de sus países de origen y escalar la escalera socioeconómica. Si Sanders desea atacar realmente el problema de la pobreza internacional, entonces debería ser inamovible en su apoyo a la apertura de fronteras, pues, de acuerdo con Michael Clemens del Centro de Estudios Globales, las fronteras abiertas doblarían el PIB global.
Cuando los individuos tienen la libertad de moverse y viajar sin pedir permiso a burócratas gubernamentales, son capaces de crear vidas con significado y comunidades que permitan a todos avanzar en pos de su propio bienestar en sus propios términos. Cuando los estados nación, los votantes invadidos con sesgos en contra de lo foráneo y los políticos comprados por corporaciones restringen por la fuerza el libre movimiento de los individuos y sus familias, la pobreza se institucionaliza en fronteras geopolíticas arbitrarias.
El nativismo implícito de Sanders es acaso más peligroso que su ignorancia económica. Su preocupación primaria es el bienestar de los estadounidenses, y si ellos sufren aunque sea un poco, se ve justificado a la hora de violar los derechos de los extranjeros y mantenerlos pobres para que los estadounidenses puedan prosperar. Desde luego, Sanders se equivoca al decir que la apertura de fronteras empobrecería a los estadounidenses.
¿Pero y si suavizar las restricciones a la inmigración realmente empeorara la situación de los estadounidenses? ¿Justificaría eso la construcción de cercos para mantener a los trabajadores competidores afuera? ¿Justificaría violar el derecho de humanos nacidos en otra parte de viajar a donde deseen? Para el senador Sanders, claramente se justificaría, pues, para él y otros nacionalistas, las vidas estadounidenses son simplemente más valiosas que otras vidas.
Si bien Sanders parece estar interesado en aliviar la pobreza, sus sentimientos antiinmigración prueban que lo que realmente le interesa es solamente aliviar la pobreza de los estadounidenses. Si eres un niño pobre en EE.UU, entonces mereces atención médica provista por el gobierno. Si eres un niño pobre en México, no solo no mereces atención médica subsidiada, sino que deberías permanecer encerrado en tu país empobrecido, condenado a vivir una vida miserable. Sanders permite que la locación aleatoria y arbitraria del propio nacimiento influencie cuánta dignidad y respeto merezca uno como ser humano. ¿Y esta persona es considerada de izquierda en EE.UU?
Quizá el escenario político estadounidense estándar debería repensarse cuando un autodenominado socialista democrático comparte las mismas posturas nativistas de alguien en la extrema derecha.
El lastimero estado de la izquierda convencional que abraza una mala economía y la clausura de fronteras (una excusa para su xenofobia y sesgo contra los extranjeros) es una señal de que necesitamos una izquierda verdaderamente radical sin la cual nunca trascenderemos la flagrante crueldad de que gusta el juego político. Una izquierda radical que entienda que la solución para los bajos salarios y la explotación obrera es derribar monopolios en lugar de crear otros nuevos y más grandes. Una izquierda radical que reconozca los males del control estatal y las fronteras cerradas. Una izquierda radical que vea el potencial de un mundo liberado que acoja el libre movimiento de bienes, ideas y personas. Desde luego, un individualismo moral consistente y una buena economía pueden encontrarse solamente en la izquierda libertaria.
Artículo original publicado por Cory Massimino el 6 de Agosto de 2015
Traducción del inglés por Mario Murillo