Advertencia: menciones breves sobre suicidio, violación y discusiones generales sobre transfobia.
Ha habido recientemente leyes en varios estados diseñadas injustamente para la comunidad trans, notablemente en Dakota del sur.
Dakota del sur no solo tiene un proyecto de ley dirigido contra la comunidad transgénero en escuelas públicas, sino que ha pasado este proyecto a la cámara de representantes y el senado. Lo cual significa que la única manera en que podría fracasar sería mediante un veto del gobernador. Las posibilidades de que esto ocurra son inciertas, siendo que el gobernador Dennis Daugaard ha afirmado: «yo tengo mi propio sistema de valores y al final tomaré mis propias decisiones […].» Lo cual afirmó aun tras conocer a miembros de la comunidad transgénero y decir que esto le había ayudado a «ver a través de sus ojos.»
De acuerdo con ThinkProgress, el proyecto «[…] requiere que cada baño, vestuario y cuarto de duchas en cualquier escuela pública esté designado y sea de uso exclusivo para estudiantes del mismo sexo biológico.» Pero el sexo biológico de una persona no es fácil de determinar por muchas razones. La primera de estas es el hecho de que cerca de uno de cada 2.000 neonatos es intersexual. Las personas intersexuales son individuos con una condición que hace que su anatomía sexual difiera con lo que «debería» ser.
Otro de los problemas principales es cómo ejecutará la legislatura este proyecto. ¿Llevaran a cabo exámenes de sangre obligatorios o revisiones a registros médicos privados? ¿Qué método se empleará para determinar si alguien pertenece «objetivamente» a un género particular?
Otro problema más es cómo anularán los estados la directiva del Departamento de Educación que estipula que los estudiantes transgénero están protegidos bajo el amparo del artículo IX. Si los estados siguen presentando leyes que contradigan esto, es posible que veamos varios pleitos jurídicos potenciales.
Aun más fundamental, no hay un «gen del género» particular y a menudo nuestros genes no se corresponden con nuestra manera personal de comportarnos. Y, como se dijo, el género es complicado y no ha habido nunca una línea divisoria clara entre el «género» y el «sexo». Decir que el «sexo» está entre las piernas y el género entre las «orejas» puede ser una mejoría en relación con la mera fusión de ambos pero sigue siendo demasiado simplista.
La alternativa a permitir que las personas se identifiquen con su género de elección es hacer lo que el Estado mejor sabe hacer: reprimir la individualidad.
Pero los partidarios de este proyecto aseveran que se trata de asegurarse de mantener a salvo a los niños en las escuelas. Estos asertos son en el mejor de los casos ilusorios. A la fecha no ha habido incidentes reportados de «comportamiento inapropiado» en los 17 distritos escolares que tienen protección antidiscriminatoria para la comunidad transgénero. Más aún, no hay estadísticas que justifiquen el alegato de que la apertura de baños inclusivos conduzca a que los depredadores sexuales se aprovechen de los niños.
Es incluso menos probable cuando consideramos que la mayoría de incidentes de violación ocurren en áreas privadas, con confianza entre la víctima y el violador, no en baños públicos o escuelas. Así pues, las inquietudes de que los sobrevivientes de violación experimenten de nuevo sus traumas al ver a un individuo transgénero en baños no están lo suficientemente fundadas para justificar una legislación lesiva.
Sacar la legislatura de la vida de las personas trans es algo asaz necesario, pero hay también un asunto cultural fundamental que motiva estos proyectos de ley. La transfobia es actualmente una fuerza cultural poderosa y, con la ayuda del Estado, los prejuicios de la gente contribuyen poderosamente a los niveles deprimentemente altos de suicidios en el seno de la comunidad transgénero. Suicidios que no ocurren porque sean transgénero, sino por la discriminación que estos proyectos ayudan a generar.
Si queremos prevenir una legislación que provenga de individuos que creen saber lo que es mejor para la comunidad transgénero, deberíamos combatir no solamente contra el Estado sino también contra las motivaciones detrás de este. Luchar contra el Estado y la transfobia por medio de la educación, el diálogo, la creación de grupos de apoyo para personas trans o el establecimiento de una buena alianza con individuos transexuales son todos excelentes pasos.
Más aún, crear campañas como #Illgowithyou es de ayuda. La campaña #Illgowithyou hace que alguien acompañe a una persona transgénero al baño con que se sienta más cómoda con el fin de prevenir acosos o ataques.
Y esa es la ironía de todo el asunto.
Los individuos transgénero son quienes mayor riesgo corren de ser atacados, acosados o abusados en un baño. Los «niños» son el coco creado en gran medida por un extraño ensamble de grupos fundamentalistas cristianos, conservadores, feministas radicales trans-excluyentes, liberales ingenuos, etc.
Estadísticamente hablando nosotros no somos peligrosos, las personas cisgénero sí lo son.
Artículo original publicado por Nick Ford el 26 de febrero de 2016
Traducción del inglés por Mario Murillo