Adam Smith y otros economistas políticos clásicos emplearon el término «acumulación primitiva» para referirse al proceso mediante el cual se concentraba capital en manos de algunas personas que pasaban entonces a ser empleadores de otras personas que contaban solamente con su trabajo para vender. Tal y como lo plasmaron Smith y cía., se trató de un proceso pacífico en que los hacendosos trabajaron y ahorraron, acumulando capital gradualmente para expandir sus operaciones. Otros, menos providentes y hacendosos, podían subsistir solamente haciéndose contratar como obreros para los capitalistas hacendosos.
Tiempo después, críticos radicales señalaron la ahistoricidad – tan ahistórica como el contrato social – del mito de la acumulación primitiva. Karl Marx se refirió al proceso como el «cuento de nanas de la acumulación primitiva.» De hecho, como señaló Marx, el proceso real de acumulación primitiva, mediante el cual la propiedad se concentró en unas pocas manos, se llevó a cabo por medio de latrocinio masivo – una historia, en sus palabras, «escrita en letras de sangre y fuego.»
En Gran Bretaña, el hogar de la revolución industrial, implicó la expropiación de tierra campesina desde el periodo medieval tardío en adelante, hasta los cercamientos de campos abiertos para el pastoreo de ovejas y, más tarde, el cercamiento parlamentario de pastos, baldíos y marismas a los que el campesinado había tenido derechos. Involucró controles sociales como las Combination Laws (las cuales prohibían la libre asociación) y las leyes de asentamiento (las cuales funcionaban como un sistema de pasaportes interno como el de la URSS y el estado sudafricano de la Apartheid). Involucró guerras mercantilistas y colonialismo mediante los cuales las potencias europeas concentraron por la fuerza el control del comercio mundial en sus flotas, conquistaron la mayoría del tercer mundo, aplastaron la industria nativa competitiva, esclavizaron a millones, desahuciaron a los nativos de su tierra con un patrón similar al de los cercamientos y saquearon la riqueza mineral de continentes enteros.
Empero, las palabras «primitiva» y «original» no significan que esto se tratase de un proceso del pasado distante, tras el cual el «capitalismo de libre mercado» inició su funcionamiento normal. De hecho, continúa sucediendo en el presente. Todas las formas de explotación económica, todas las formas de rentas extraídas mediante monopolios respaldados por el estado, toda escasez y derechos a la escasez artificial, sirven para acumular más capital en manos de aquellos que ya lo tenían.
Solo hay que leer las noticias cada semana para recordar que la acumulación primitiva sigue teniendo lugar. Un buen ejemplo es la corporación TransCanada, que se está apoderando de las tierras de pueblos indígenas soberanos para construir el tramo sur del oleoducto Keystone XL. La aseveración de TransCanada de que «no hay obligación legal de trabajar con las tribus» contradice directamente el grueso de varios tratados legales. Casi 200 años después de que el Sendero de lágrimas reubicara a las minorías sobrevivientes de tribus indígenas en Oklahoma, Keystone está condenando la tierra habitada por las naciones Sac y Fox. En palabras de Sandra Massey, asistente del presidente de las naciones Sac y Fox: «¿Cuántas veces debemos mudarnos? Nuestros muertos nunca tienen reposo.»
Entre tanto, en Namibia, las tierras aldeaniegas comunales, como la región arbórea, marismas y baldíos en Inglaterra hace 300 años, están siendo cercadas y «privatizadas» ilegalmente, con el beneplácito del Estado. Los mismo ha sucedido en años recientes con tierras comunes en Rusia y China, donde las autoridades de las comunidades trabajan en colusión con corporaciones transnacionales para despojar a los campesinos de su tierra.
En Inglaterra, en 1649, una banda de campesinos sin tierra — «Los cavadores» — tumbaron un cercamiento en St. George’s Hill en Surrey y empezaron a cultivar la tierra en común. A pesar de que sus cabañas y cosechas fueron quemadas eventualmente por soldados al servicio de los terratenientes locales, su acto heroico sobrevive como ejemplo para personas en circunstancias similares hoy. Desde el movimiento de campesinos sin tierra en Brasil hasta los aldeanos en Wukan en la provincia china de Guandong que bloquearon su aldea en señal de protesta contra la venta de tierras comunes a una fábrica especializada en porcicultura, los descendientes espirituales de Winstanley y los cavadores se mantienen en pie de lucha una y otra y otra vez.
Y a diferencia de la represión en St. George’s Hill, cada una de estas instancias de pie de lucha están registradas en video a fin de inspirar a otros héroes alrededor del mundo. Por primera vez en la historia escrita, los rentistas y dueños del planeta entero viven con miedo de que sus días estén contados. En Oakland, España y Grecia, vemos escenario tras escenarios de policías con uniformes negros y equipo antimotines abandonando la pretensión de legalidad y asaltando a protestantes pacíficos con balas de goma, porras y gases lacrimógenos. ¿Por qué lo hacen? Porque nos temen.
Artículo original publicado por Kevin Carson el 2 de octubre de 2012
Traducción del inglés por Mario Murillo