Uber, el controversial empleador corporativo que se hace pasar por un servicio de «transporte compartido», ha generado recientemente más controversia con las nuevas revelaciones sobre su programa Greyball, diseñado para franquear la aplicación de monopolios de taxis locales. Greyball mantiene una base de datos de probables oficiales gubernamentales locales. Esta base de datos está conformada por usuarios que abren y cierran frecuentemente la aplicación Uber cerca de edificios del gobierno, utilizan tarjetas de crédito institucionales o poseen teléfonos de marcas baratas que tienden a comprarse al mayoreo para operaciones encubiertas. Tras determinar cuáles usuarios son probablemente oficiales gubernamentales, Greyball envía a este grupo una versión ficticia de la aplicación, llena de choferes falsos.
Eso está bien, hasta cierto punto. Los monopolios de taxis licenciados locales necesitan franquearse; son una forma de limitar la competencia y, por consiguiente, garantizan ganancias monopólicas a las compañías que detentan tales licencias. Las licencias de taxi se han usado por años para prevenir que personas ordinarias utilicen el espacio de sobra de sus propios vehículos para ganar dinero transportando gente. Sin los efectos perniciosos de las licencias, esta actividad sería una fuente de ingresos adicional de trabajo autónomo de bajo riesgo y bajos gastos generales. Puesto que ofrecer servicios de transporte está limitado a las compañías de taxi licenciadas, la única manera de hacer dinero legalmente al transportar a la gente es ser contratado por un salario en los términos establecidos por un empleador capitalista.
El problema es que Uber es solo un empleador más. Es sencillamente otro monopolio que es menester franquear. Uber emplea la ley de «propiedad intelectual» para reforzar la propiedad de su aplicación patentada, trata a sus conductores como empleados de facto y esquilma un gran porcentaje de las ganancias de los conductores.
Es hora de que los conductores y pasajeros se evadan de la aplicación Uber y creen un servicio de transporte compartido genuino (esto es, de fuente abierta, entre pares [P2P] y cooperativo) del que sean dueños y del que conserven todos los réditos. Idealmente, este servicio debería ser capaz de interactuar con Uber y piratear su base de datos de pasajeros y choferes. Irónicamente, Uber nos proveyó inadvertidamente con un modelo de cómo franquear su propio monopolio.
Una versión de fuente abierta y pirata de Uber – en posesión de los usuarios y controlada por ellos mismos – puede usar algo como Greyball para evadir la aplicación de monopolios de licencias de taxis locales como lo hace Uber. Puede evadir también los propios intentos de Uber para aplicar derechos de propiedad sobre su plataforma de jardín amurallado patentada.
Los sistemas de licencias de taxis tradicionales y la plataforma patentada de Uber pueden competir el uno con el otro, mas son en últimas solamente dos versiones diferentes de la misma cosa: el uso de poder estatal para limitar la competencia, garantizar ganancias y forzar a personas ordinarias a trabajar para capitalistas, en lugar de para sí mismos. Es tiempo de seguir el ejemplo de Uber y emplear el software gratuito para destruir no solamente los monopolios de taxis anticuados, sino asimismo a Uber.
Artículo original publicado por Kevin Carson el 9 de marzo de 2017
Traducción del inglés por Mario Murillo