“La teoría entera de Konkin habla solo de los intereses y preocupaciones de las clases marginales que están autoempleadas. La gran masa de personas son trabajadores asalariados a tiempo completo; son personas con trabajos regulares. El konkinismo no tiene nada que decir a estas personas. Por lo tanto adoptar la estrategia de Konkin, en este terreno solo, supondría un callejón sin salida para el movimiento libertario. No podemos ganar si no hay posibilidad de hablar a las preocupaciones de la masa de asalariados en este y otros países”.[1]
Y así va encaminada la crítica de Murray Rothbard hacia la filosofía del agorismo a la cual SEK3 respondió con una buena risa entre dientes antes de señalar que muchas personas en la clase trabajadora ya estaban tomando parte en actividades contraeconómicas, incluyendo desde no reportar todos sus ingresos en sus formularios de impuestos hasta pagar en negro a alguien para cortar el césped. A pesar de esto, las críticas de Rothbard son repetidas todavía a día de hoy, especialmente dentro de círculos anticapitalistas. Lo cual es irónico ya que muchos círculos anarquistas anticapitalistas también toman parte en la actividad contraeconómica en la práctica. Sin embargo, estas críticas no están exentas de algo de verdad, lo cual lleva a algunos agoristas a preguntarse si el agorismo no está en necesidad de alguna actualización. Después de todo, el mismo Konkin creía que el agorismo era una filosofía llena de vida.
El agorista y periodista Derrick Broze habla frecuentemente de los conceptos de ‘agorismo horizontal’ y ‘vertical’. El agorismo horizontal es lo que la mayoría de nosotros entiende tradicionalmente como agorismo. Es el uso de mercados grises y negros para dejar fuera de la competencia al Estado tal como se describe en El Manifiesto Neolibertario y en Manual Agorista de SEK3. Ejemplos de esto incluye negocios sin licencia, evasión fiscal, contrabando, comercio de drogas, hospedar inmigrantes indocumentados, contrabando de armas, okupar y monedas alternativas. El agorismo vertical se enfoca en el localismo y la autosuficiencia y se inspira en libros tales como Community Power de Karl Hess. Tales prácticas incluyen comprar bienes de los mercados de granjeros y granjas de la comunidad, jardinería en las azoteas, uso personal y comunitario de energía solar y sistemas acuapónicos, distribución comunitaria de herramientas y técnicas, autosuficiencia, agricultura urbana, redes de protección comunitaria y escuelas gratuitas. Si bien no todas las tácticas verticales son estrictamente actividades de mercados grises o negros (tales como escuelas gratuitas o mercados de campesinos), son no obstante contraeconómicas en el sentido de que desafían los monopolios gubernamentales y corporativos y proveen alternativas funcionales que son mucho más libertarias en comparación.
Así pues si no todas las actividades tienen que ser estrictamente negras o grises para ser consideradas contraeconómicas, entonces ¿dónde deja esto a cosas tales como las cooperativas y colectividades de trabajadores o incluso al sindicalismo radical y a las formas más nuevas de alt-labor? ¿No desafían el poder corporativo y estatal de formas significativas, moviendo más poder hacia las manos del individuo en lugar de a autoridades coercitivas? El mismo Rothbard señaló que la mayoría, si no toda corporación, descansa en derechos de propiedad ilegítimos y por lo tanto deberían ser apropiadas por los trabajadores –los asalariados a quienes Rothbard clamó que el agorismo no podía hacer nada por ellos– que invirtieron su tiempo, trabajo y energía en hacer funcionar las operaciones diarias, pero ¿no es esto justamente una forma de sindicalismo?
Karl Hess defendió una combinación de tales tácticas como un agorista practicante, tanto vertical como horizontalmente, y fue un miembro de los Trabajadores Industriales del Mundo (IWW), un sindicato de trabajo de más de cien años de antigüedad que ofrece una refrescante rivalidad al modelo de sindicato empresarial explotador de grupos como la AFL-CIO mientras propugna tácticas sindicalistas. Y tales tácticas parecen alabarse la una con la otra en la teoría y en la práctica, ofreciendo un desafío significativo al poder corporativo y estatal, mientras también se entrecruzan límites ideológicos entre anarquistas de libre mercado y anarquistas socialistas. De hecho, muchos libertarios de libre mercado aparte de Hess han hecho tales alianzas con organizaciones alt-labor y sindicatos.
El avance consciente hacia la forja de tales alianzas podría resultar ser bastante ventajoso. Mientras los agoristas construyen alternativas al mercado blanco dentro de los mercados grises y negros, los sindicalistas podrían enfocarse en desafiar las entidades de mercado blanco existentes desde el interior, eventualmente tomándolas como Rothbard reivindicó. Pero no hay que pararse ahí. Los agoristas deberían de hecho defender que los sindicalistas vayan incluso más lejos. Una vez que un negocio de mercado blanco es exitosamente sindicalizado, los sindicalistas-agoristas deberían facilitar la transición del negocio hacia el ágora. El negocio nuevamente colectivizado debería finalmente hacer lo que todo negocio agorista bueno hace: ignorar regímenes de licenciatura estatal, rechazar pagar impuestos, comprometerse en el uso de monedas alternativas, y generalmente ignorar la interferencia estatista con sus relaciones comerciales. Ellos exitosamente acaban de derrocar al jefe, ¿por qué someterse todavía a otra autoridad? Acaban de deshacerse de los ladrones corporativos quienes se hicieron ricos robando los frutos de su trabajo así que entonces ¿por qué dejar al Estado hacer lo mismo a través de impuestos?
Para aquellos que objetan tales reivindicaciones y gritan #notodoslosjefes, yo ofrezco la siguiente cita de Konkin:
“En una sociedad agorista, la división del trabajo y el autorrespeto de cada trabajador… probablemente eliminará la organización empresarial tradicional (especialmente la jerarquía corporativa, una imitación del Estado y no del mercado). La mayoría de las compañías serán asociaciones de contratistas independientes, consultores, y otras compañías. Muchos podrán ser solamente un emprendedor junto a todos sus servicios, computadores, proveedores y clientes–”.(2)
Incluso Konkin no pudo evitar darse cuenta de la naturaleza explotadora de la jerarquía corporativa, creyendo que era algo de los últimos restos del feudalismo y que si el individuo fuese verdaderamente respetado, los jefes se convertirían lentamente en una cosa del pasado. En un mercado verdaderamente liberado, se permitiría a los sindicatos de trabajadores operar justo como cualquier asociación voluntaria y grupos como la IWW nos mostrarían una forma de sindicalizar sin pedir prebendas al Estado.
Teniendo un ágora local establecida, no importa cuán pequeña, se puede también proveer comodidad a los organizadores de los sindicatos quienes regularmente temen perder sus trabajos debido a sus actividades de organización. Pero el ágora provee a los organizadores la comodidad de saber que si son despedidos por organizarse en el trabajo, ellos pueden hacer una vida fuera de la estructura capitalista-corporativa. Esto permitirá a los organizadores ser más osados en sus acciones, desafiando más lejos la dominación corporativista. Los agoristas que se emocionan por ideas de acción directa y desobediencia civil pueden incluso decidir tomar trabajos corporativos con el fin de ‘salarlos’ y ayudar a bajarlos desde adentro, lo cual a diferencia del temido juego político no implica tomar una posición de autoridad en contradicción con los principios libertarios.
Como dijo el difunto Konkin:
“Algunas veces los términos “libre empresa” y “capitalismo” se usan para significar “libre mercado”. El capitalismo significa la ideología (ismo) del capital o los capitalistas. Antes de que Marx apareciese, el libremercadista puro Thomas Hodgskin ya había usado el término capitalismo como peyorativo; los capitalistas estaban tratando de usar la coerción –el Estado– para restringir el mercado. El capitalismo, entonces, no describe un mercado sino una forma de estatismo…”. (3)
Así que entonces ¿por qué no desafiamos abiertamente el capitalismo y al Estado? ¿Por qué no trazamos de los ejemplos combinados de Rothbard, Konkin y Hess para inspirarnos en cómo hacer al agorismo más atractivo a “la gran masa de asalariados en este y otros países”? ¿Por qué no alcanzamos y formamos una alianza agorista-sindicalista?
[1] Rothbard, Murray. Konkin sobre la estrategia libertaria.
[2] Konkin, Samuel. Manifiesto neolibertario.
[3] Konkin, Samuel. Manual Agorista.
Artículo original publicado por Logan Marie Glitterbomb el 8 de septiembre de 2016
Traducción del inglés por Pedro Mesa y edición por Francisco Mcguiness