Tal y como lo utilizan los apologistas del « capitalismo de libre mercado » (un oxímoron donde los haya), el capitalismo es la fuente de todo lo bueno en el mundo, pero asimismo es algo que nunca ha existido. Y su posición cambia repetidamente de adelante atrás en la misma discusión, de lo uno a los otro, cada pocas frases. Esto lo aprendí al interactuar con los libertarios de derecha que han estado usando el meme de « LOL, anticapitalistas con iPhones » para mofarse de la etiqueta #ResistCapitalism en las redes sociales.
Cité una observación de Arthur Chu: « el capitalismo no hizo tu teléfono. Lo hicieron unos trabajadores. El capitalismo solo determina cómo se distribuyen las rentas ». Como respuesta, alguien sostuvo que «el capitalismo creó la libertad que le permitió a la gente inventar el iPhone». Les indiqué todas las maneras en que las ganancias de Apple dependen del estado como instrumento para restringir la libertad, tanto directamente, mediante el uso de la « propiedad intelectual » para impedir la libre cooperación y replicación de tecnologías fuera de su marco corporativo, e indirectamente a través de subsidios estatales para la deslocalización de la producción hacia países donde es más fácil explotar a los trabajadores. El potencial defensor del capitalismo me increpó inmediatamente: « ¿Qué tienen que ver los subsidios con el capitalismo? Eso me huele más a gobierno ».
Ajá. Así que el iPhone demuestra las maravillas de la productividad del « capitalismo de libre mercado », pero todos los monopolios abrigados por el estado, subsidios y otras intervenciones gubernamentales de que depende el modelo real de ganancias de Apple son solo « gobierno ». Pillados.
Lo lamento, pero no se puede tenerlo todo a la vez. Se puede emplear el término « capitalismo » como nombre para un sistema de libre mercado idealizado que nunca ha existido en la práctica, o para el sistema histórico que ha existido realmente y para el que se hace apología. No se puede hacer ambas cosas. Si se empieza sobre la base del capitalismo corporativo del que Apple hace parte, y luego se le desviste de su legado histórico (¡y proceso en curso!) de cercamientos a tierra campesina, colonialismo y neocolonialismo, esclavitud, pillaje de tierras y recursos, « propiedad intelectual » y otros monopolios, y restricciones sobre el libre movimiento y la libre asociación del trabajo…, pues bueno, entonces no queda mucho.
Si se quiere aducir que « el capitalismo real nunca ha existido », y luego se repite « ¡eso no es capitalismo, es corporativismo! » como un disco rayado, pues vale. Pero no se puede dar un giro y utilizar productos de corporaciones transnacionales como Apple como ejemplo de capitalismo. Si se hace eso, se es estúpido o mentiroso. Así de simple.
Y cuando se adentra uno en el quid de la cuestión, « capitalismo » es un mal término para un sistema de libre mercado. La palabra se originó a comienzos del siglo XIX, como nombre para el sistema histórico de facto capitalista que surgió de la economía medieval tardía desde cerca del año 1500. Y el estado fue absolutamente integral para el surgimiento de ese sistema de economía política y para la formó que adoptó. Era un sistema en donde el estado intervenía activamente en el mercado en todas las maneras (y otras más) que enumeré dos párrafos más arriba, y lo hacía en nombre de los capitalistas.
El uso del término « capitalismo » por parte de los autodenominados partidarios del « libre mercado » sobrevino solo tiempo después. Se trataba de una palabra con una ya larga historia — una historia, en palabras de Marx, escrita en letras de fuego y sangre—, y se la identificaba claramente con intereses de clase específicos. Así que, cuando Mises y Rand escogieron esa palabra con cruentas asociaciones y esa identificación de clases como nombre para su « libre mercado » —y nombraron su sistema ideal con base en el Capital, un factor particular en la producción—, con más veras podemos creer que tenían su propia agenda y sabían exactamente lo que estaban haciendo.
El capitalismo corporativo no es un libre mercado, no más de lo que el estado soviético era comunismo. Tanto el capitalismo como el comunismo de estado son sistemas coercitivos de poder que parasitan la creatividad y el trabajo cooperativo de seres humanos que interactúan libremente, a fin de que aquellos en el poder, sean directores generales o comisarios políticos, puedan vivir del producto del esfuerzo e ingenio de la gente ordinaria.
Artículo original por Kevin Carson el 14 de enero de 2016
Traducción del inglés por Mario Murillo