The following article is translated into Spanish from the English original, written by Kevin Carson.
En un admirable momento de franqueza, Thomas Friedman dijo una vez que “para que el globalismo funcione, Estados Unidos no puede tener miedo de actuar como el super-poder todopoderoso que es. La mano oculta del mercado nunca podrá funcionar sin otra, igualmente oculta, pero en forma de puño… Y el puño oculto que mantiene al mundo seguro para que las tecnologías de Silicon Valley florezcan no es otra cosa que el ejército, la fuerza aérea y la marina estadounidenses”.
Por muy poderoso que pueda parecer este orden corporativo global, haríamos bien en recordar que en realidad es muy vulnerable. Sólo es tan fuerte como su eslabón más débil.
La manifestación más reciente de su vulnerabilidad fue demostrada por la aparente secesión de Islandia, durante uno de esos breves y dluídos períodos en los que los gobiernos sucumebn a las presiones populares que arrementen contra el orden corporativo global. Un referéndum reciente rechazó un gigantesco y hamiltoniano salvataje bancario, calcado del modelo TARP estadounidense.
Y mientras tanto, uno de los movimientos más poderosos del mundo en pro de la libertad de información obligó al Althing (parlamento) islandés a establecer a Islandia como un refugio para la libertad de información. La Iniciativa Islandesa para Medios Modernos (IIMM), introducida hace más de un año con amplio apoyo en el Althing, fue aprobada unánimemente en Junio del año pasado. La iniciativa, según Birgitta Jonsdottir, miembro del Althing, es hacer de Islandia un “refugio para la libertad de información, la libertad de expresión y de discurso”. En particular, esto significa que el país se convertiría en un lugar seguro para que gente de otros países instale servidores y cuelgue contenido digital que sus gobiernos puedan querer bloquear.
Uno de los principales activistas y organizadores tras la iniciativa que coopera cercanamente con Birgitta es Smari McCarthy de la P2P Foundation, a quien conozco a través de Internet. Smari hace mención específica de la meta de proveer servicios de hosting para los que denuncian actos de corrupción y revelan secretos estatales. Y será un refugio para evadir leyes esquizofrénicas de difamación como las de Inglaterra, toda vez que alguna corporación como Trafigura quiera hacer uso de una “súper orden judicial” para impedir que salga a la luz pública una pregunta comprometedora, como la que en su momento hizo un miembro de la Cámara de los Comunes.
Ha habido algo de especulación sobre si los planes de liberar la información en Islandia incluyen el repudio de los derechos de “propiedad intelectual” promovidos por el paradigma del Consenso de Washington. ¿Se convertirá Islandia en la base de operaciones para el sucesor de The Pirate Bay tanto como para el de Wikileaks?.
Atacar la política de propiedad intelectual no parece estar en los planes inmediatos de política pública en Islandia. Aparentemente, los promotores de la IIMM decidieron que atacar frontalmente a los derechos de propiedad intelectual tendría un efecto negativo sobre el resto de sus esfuerzos.
Pero yo estoy familiarizado con lo que escribe McCarthy y con los grupos que frecuenta, y él tiene una visión escencialemente negativa de los derechos de propiedad intelectual. El movimiento que impulsa a la IIMM incluye a activistas que abogan por la abolición de los derechos de propiedad intelectual tanto como por la libertad de información. Y McCarthy conoce a varios miembros del Althing que favorecen disminuír significativamente la versión maximalista de las leyes de copyright predominante en los Estados Unidos.
Algunos de los artículos preliminares de la nueva constitución se escribieron con un lenguaje que ofrece grandes esperanzas en cuanto a la lucha por los derechos digitales. La versión preliminar del Artículo 26 (la numeración actual puede cambiar en el futuro) dice así: “Todos pueden crear, buscar, recibir, almacenar y diseminar información”.
Cabe recordar que no es necesario repudiar al copyright como concepto para quebrar la exibilidad práctica de los derechos de copyright. Tal como lo señala Cory Doctorow, la computadora personal es una máquina para copiar bits, y cualquier modelo de negocio que dependa de impedirle copiar bits a la gente está condenado al fracaso. Exigir el copyright digital es simplemente imposible dentro de los principios tradicionales que hasta hoy han regido dicho concepto, y requiere un bloqueo totalitario de los medios de comunicación impuesto por un superpoder y sus secuaces, sin precedente alguno desde el viejo imperio soviético.
Simplemente restablecer las doctrinas tradicionales del uso justo y la primera venta, implicaría la muerte del principio de copyright en la práctica. Éstos principios son los que regían en la ley de copyright para los medios impresos en los Estados Unidos alrededor de 1980, y que regían también la vieja legislación del tema en España, por lo cual Estados Unidos y otros países del aquelarre del DRM amenazaron en convertirla en un Estado Paria.
Incluso las nuevas provisiones legales islandesas que eliminan la responsabilidad legal de los ISPs en cuanto a copyright lastimaría bastante su exigibilidad. Y es poco probable que las cortes sean más propensas a alinearse con intentos de cerrar ISPs a través de amenazas legales sin atenerse al debido procedimiento en casos de supuesta “piratería”, que en casos de difamación y revelación de secretos de estado. Simplemente eliminando la habilidad de las industrias de contenido de reclutar a los ISPs como cómplices será un gran paso adelante.
Podemos apostar a que, incluso sin legislación adicional, Islandia será una sede bastante poco amigable para los nazis del copyright.
Artículo original publicado por Kevin Carson el 28 de mayo de 2011.
Traducido del inglés por Carlos Clemente.