[Este traductor lamenta no poder hacer coincidir el título de esta entrada con la de su versión inglesa: los juegos de palabras usados lo dificultan gravemente.]
Empecemos por las malas noticias.
Primero, la industria de la moda quiere resucitar el rancio proyecto de una ley que sale periódicamente a la palestra: el Acta de Prohibición de Piratería de Diseños.
En un aparte, deseo agradecer a Eric Husman y Kathleen Fasanella, marido y mujer que escriben en GrimReader y Fashion Incubator respectivamente).
Esperemos que este proyecto no saga adelante. La industria de la moda funciona hoy en día en un modelo de “código abierto”: los diseñadores americanos van a los desfiles de París y copian los diseños más populares. En otras palabras, funciona de la misma forma en la cual su madre intercambiaba recetas con la vecina.
Esta ley transformaría la industria en un modelo con contenido sujeto a propiedad, con los diseños de moda protegidos por patentes. Su principal promotor, el Consejo de Diseñadores de Moda de América (CFDA por sus siglas en inglés), va a ocupar un lugar privilegiado junto a la RIAA y la MPAA [ver “Comunismo del Copyright] en el eje del mal. Por otro lado, la jefa de la CFDA, Diane von Furstenburg, es notoria por copiar un diseño de chaqueta de un pequeño sello independiente canadiense, Mercy. Si usted cree que esta ley protegerá a las tiendas como Mercy de la gente como von Furstenburg, tendrá que bajar de la nube rosa.
Esta ley destruirá a los diseñadores modestos en caso de ser aprobada. Dado que cada miembro de la cadena de distribución puede ser denunciado por infringir las patentes, se hará mucho más costoso encontrar diseñadores de patrones, cortadores y otros contratistas, además de tiendas que vendan sus diseños. Kathleen Fasanella describe el efecto de esta ley en el pequeño diseñador de esta forma:
“… cualquier contratista, diseñador de patrones, comercial o dueño de tiendas, para evitar problemas legales por vender productos pirateados, requerirán que usted, como diseñador, pruebe la propiedad de su diseño antes de querer hacer nada en relación con él. Como mínimo, tendrá que contratar un abogado y costear una búsqueda en un registro de diseños que contenga todos los diseños sujetos a patente. Si creía que buscar un logo o nombre corporativo era difícil, créame, hay diez mil diseños por cada logo. Sin embargo, sería obligatorio, porque si no nadie trabajaría con usted. Por otro lado, la tienda también tendría que contratar sus propios abogados para comprobar su historial y redactar los contratos. Evidentemente, todo eso disparará el precio del canon que le cobrarán para que pueda exponer en la tienda.”
Dado que la ley ofrece un potencial gigantesco para que los grandes diseñadores aniquilen al pequeño, uno podría (ejem) pensar que ese es el objetivo del Acta. Está diseñada a medida para realizar “acoso de patentes”. Husman describe al acosador de patentes como
“alguien que patenta todas las posibles variaciones de un diseño de forma que puedan controlar un gran trozo del mercado y disuadir a quienes entren en el mercado mediante litigios, acorralándolos para llegar a acuerdos legales provechosos para el acosador.”
¿Sabían que Coca-Cola demandó a una pequeña empresa por copiar el nombre corporativo cuando la otra empresa tenía el nombre desde antes? En este juego de leguleyos no gana el que tiene la razón, sino el que tiene mejores (y más caros) abogados.
En segundo lugar, Jesse Walker, en la revista Reason, informa de que la RIAA está apoyando el Acta sobre los Derechos de Interpretación.
“Esto no es el pequeño tributo que las emisoras de radio han estado pagando a los compositores. En su lugar, el dinero irá a los intérpretes y a los dueños del copyright. En esencia, es una expansión del canon que ya pagan las emisoras de radio por cable, satélite e Internet. El argumento básico de la industria para apoyar la ley es que “solventará una falla legal que ha permitido a las emisoras convencionales eludir el pago de derechos”. Curiosamente, cuando se estableció la imposición del canon a las emisoras no tradicionales en la década de los 90, se argumentó diciendo que eran las radios convencionales las que estaban siendo maltratadas por una falla legal.
Hasta aquí las malas noticias. Ahora llegan las buenas desde Europa, para alegrarles el día:
Por un lado, la corte suprema francesa ha anulado la ley francesa sobre Internet de los tres avisos, que cortaría el acceso a Internet (si bien no el pago de las cuotas) tras dos notificaciones del gobierno.
Por su parte, el Partido Pirata de Suecia ha sacado el 7% de los votos emitidos para el Parlamento Europeo, obteniendo un representante, posiblemente dos. En una clara muestra de la ley de consecuencias inesperadas, el Partido Pirata se ha visto fuertemente beneficiado del escándalo surgido por el acoso judicial al servidor The Pirate Bay.
No creo en las elecciones, y puedo asegurarles que no les voy a pedir que voten, pero un partido cuyo único interés es tumbar la legislación sobre propiedad intelectual es el mal menor. Mientras sólo se dedique a ese esfuerzo no recibirá queja alguna por mi parte.
Queda claro que la producción y el parasitismo están radicalmente enfrentados: sólo puede quedar uno.
Artículo original publicado por Kevin Carson el 12 de junio 2009.
Traducido del inglés por Jaquín Padilla Rivero.